
12/08/2025
A 31 años del día más triste del béisbol...
El verano estaba en su apogeo, la fiebre por las Grandes Ligas retomaba su cauce, luego de la Copa Mundial de la FIFA (que para mí ha sido la mejor de la historia), recién celebrada en la tierra de Babe Ruth, las miradas volvían a los estadios de béisbol mientras se seguía de cerca el escándalo de la estrella de Futbol Americano O.J Simpson. Michael Jordan jugaba ahora béisbol profesional en las sucursales de los Medias Blancas. Ese año la mejor manera de seguir el béisbol era cuando en la antena parabólica, sintonizaban el canal ESPN y en las noches podíamos ver los resúmenes de los partidos, claro, no todos los días se podía.
En mi carpeta de tarjetas, tenía una sección especial donde acomodaba las tarjetas de jugadores conforme la cantidad de jonrones que llevaban: Matt Williams, ken Griffey Jr y Jeff Bagwell ocupaban los 3 espacios superiores de la hoja guarda tarjetas, enseguida Frank Thomas, Barry Bonds y Albert Belle y por último Fred McGriff, Andrés Galarraga (usaba una de Galarraga con los Expos, ya que aún no tenía una del gato con el uniforme de los Rockies) y José Canseco. Debatíamos mi padre y yo, sobre si sería Matt Williams (43 HR) o Ken Griffey Jr(40) quien rompería el récord de Roger Maris.
El viernes 12 de agosto, sintonizando ESPN, la noticia cayó como un balde de agua helada: Las Grandes Ligas se iban a huelga, la temporada quedaba detenida por el momento. Pasaron los días y luego las semanas y no había ninguna solución, hasta que por fin llegó la noticia que la temporada quedaba suspendida. Yo no entendía porque no podían llegar a un acuerdo, no me importaban mucho las razones, me sentía profundamente dolido por no poder disfrutar del béisbol, ya había sufrido un duro golpe cuando los Gigantes cambiaron a Will Clark a los Rangers, ¿Pero una huelga? ¿Un año sin postemporada, sin Serie Mundial? Todo era muy triste, mi único vínculo con las Grandes Ligas era mi colección de tarjetas, vivía a más de mil kilómetros de la frontera con EU y nunca había asistido a un estadio de Grandes Ligas y llegue a sentir que no sería más un seguidor de su béisbol.
En 1994 ya no vimos lanzar a Nolan Ryan, Tony Gwynn, se quedó muy cerca del .400, Matt Williams y Ken Griffey Jr pudieron haber sido los reyes del jonrón, los Expos pudieron haber ganado la Serie Mundial y Michael Jordan pudo haber subido al equipo grande en septiembre. Lo que no pudieron hacer las dos Guerras Mundiales, ni la depresión económica del 29, lo hicieron los mismos jugadores, igual que en 1904, cuando por culpa de John McGraw, el legendario manager de los Gigantes, no se jugó la que sería la segunda Serie Mundial de la historia.
En California, una niña de 10 años llamada Erin States, que asistía asiduamente al Coliseum de Oakland y era una fiel admiradora de Rickey Henderson, hizo unas cartulinas el 11 de agosto, cuando se enteró que la huelga era inevitable. Su imagen es ya un ícono que representó todo lo que sentimos los aficionados al béisbol. Erin hacía letreros saludando a Rickey Henderson y siempre se ubicaba con sus padres en el jardín izquierdo. A los 5 años le impresionó la ovación cuando Rickey Henderson volvió a los Atléticos luego de su estadía con los Yankees, desde ese momento se convirtió en su jugador favorito. La primera vez hizo un letrero que decía Hello Rickey, con un corazón rojo, Henderson la saludaba cada entrada. Los letreros siguieron apareciendo y Rickey siempre saludaba a su fan # 1. Incluso una vez le regaló una pelota durante el juego. La niña Erin, quedó devastada cuando los Atléticos cambiaron a Henderson a los Blue Jays en 1993. Ella escribió una carta a los periódicos del Área de la Bahía, que decía: “Si alguien por ahí conoce a Rickey, ¿podría decirle que la chica con los letreros en la esquina del jardín izquierdo del Coliseo de Oakland lo extraña mucho y quiere decirle adiós. Ni siquiera pude despedirme”. Henderson lloró cuando leyó la nota. Los Blue Jays visitaron Oakland a fines de agosto, y Henderson llevó a Erin al campo, le dio un abrazo y un beso, y le prometió que siempre sería su fan número uno.