08/07/2025
🛸 “El Tic Tac es tecnología de Lockheed Martin.” — Ross Coulthart.
Con esta afirmación, Ross Coulthart plantea una de las hipótesis más debatidas sobre el famoso incidente del Tic Tac: que, en realidad, se trata de tecnología desarrollada en secreto por Lockheed Martin. Esta idea, aunque posible, abre preguntas profundas sobre la responsabilidad, el secretismo y las implicaciones de probar un artefacto así contra una flota militar propia sin aviso alguno…
Empecemos con algunos hechos que no se pueden pasar por alto:
El comandante David Fravor, uno de los testigos principales del encuentro del Nimitz en 2004, ha declarado públicamente que, si esto fuera tecnología estadounidense, probablemente estaría en posición de saberlo.
Tanto Fravor como el almirante Tim Gallaudet informaron que alguien intentó —por separado— convencerlos de que el Tic Tac era tecnología de Lockheed Martin. Ambos lo descartaron de inmediato. Son personas con experiencia que no se dejan manipular con facilidad.
Estos testimonios, además, han sido presentados ante el Congreso de EE. UU. bajo juramento, lo que refuerza su peso.
Más allá de los testimonios, hay factores logísticos y operativos difíciles de aceptar si esta teoría fuera cierta:
Riesgo de fuego amigo: probar tecnología secreta contra un grupo de ataque de portaaviones sin informar es extremadamente irresponsable. Pudo haber ocurrido un accidente grave.
Seguridad operativa: no se prueba un avance aeroespacial de presupuesto negro en un entorno abierto donde no se puede garantizar el secreto. Para eso existen zonas restringidas como el Sitio de Pruebas de Nevada.
Vigilancia extranjera: la costa de California es monitoreada con frecuencia por potencias extranjeras. Sacar la tecnología más avanzada a volar allí, sin aviso, arriesga la seguridad de esos secretos.
Riesgo de accidente: si algo hubiera salido mal, recuperar una nave de este tipo en mar abierto habría sido caótico y expuesto.
Interferencia con la aviación civil: hacer estas pruebas sin coordinar con la FAA o activos militares cercanos puede tener consecuencias desastrosas.
Además de la logística, está la intención.
El Tic Tac no se limitó a aparecer: se involucró activamente. Mostró control, inteligencia y un aparente acto de superioridad: se adelantó al punto CAP (zona de patrulla aérea de combate) del caza, puso a prueba sus capacidades y exhibió maniobras que rompen con toda dinámica de vuelo conocida. Si fuera Lockheed, surge la pregunta: ¿para qué confundir y humillar a tus propios pilotos de élite?
Una posibilidad es aún más preocupante: si esto fuera tecnología de Lockheed, tal vez se trató de una demostración deliberada para dejar claro, dentro y fuera de las fuerzas armadas, quién tiene realmente el control de estos avances. Eso no sería solo una prueba: sería un mensaje. Y es algo que no se puede ignorar.
Entonces, ¿dónde deja esto la cuestión?
Hay dos posibilidades:
Que el Tic Tac sea de origen no humano: una inteligencia que opera con control, intención y capacidades superiores, no necesariamente para amenazar, sino para ser visto y estudiado.
Que sea de origen Lockheed, basado en tecnología no humana recuperada: una prueba de campo de una plataforma de ingeniería inversa — irresponsable al extremo — diseñada para confundir, evaluar la respuesta de pilotos de élite y, tal vez, incluso inyectar desinformación tanto dentro de la infraestructura militar como hacia observadores enemigos.
Y si no es una cosa ni la otra, ¿qué otra posibilidad queda?
Esa es la pregunta que todavía nadie se atreve a responder.