25/06/2025
NO ERA UN SIMPLE TRASLADO: ERA UNA PROCESIÓN ÍNTIMA, CARGADA DE DOLOR, ESPERANZA Y UN AMOR QUE NO CONOCE FRONTERAS: CARGÓ UN CADÁVER EN MEDIO DE LA NOCHE, ESTA ES LA HISTORIA:
La noche había caído con su manto de silencio sobre la carretera entre El Congo y Santa Ana, El Salvador. En medio de la penumbra, socorristas de Cruz Verde realizaban sus labores rutinarias cuando un hallazgo los detuvo: a un costado del kilómetro 59 yacía el cuerpo sin vida de un hombre. El ambiente se tornó solemne, el protocolo indicaba esperar a las autoridades. Pero algo inesperado ocurrió.
Un familiar del fallecido, impulsado por una mezcla de desesperación y fe, decidió cargar el cuerpo. Ignorando las advertencias de los socorristas, lo alzó con sus propios brazos y emprendió camino. No era un simple traslado: era una procesión íntima, cargada de dolor, esperanza y un amor que no conoce fronteras.
La travesía fue larga. Entre pasos titubeantes y lágrimas silenciosas, avanzó bajo la oscuridad de la madrugada. No le importó el cansancio ni el peso; su única meta era llegar al Santuario "Nuestra Señora del Rosario", en la colonia San Luis, Santa Ana. Allí, creía, su súplica encontraría respuesta.
Eran aproximadamente la 1:45 a.m. cuando cruzó el umbral del templo con el cuerpo de su hermano en brazos. El silencio del lugar se quebró con su llanto contenido. Se arrodilló, lo colocó frente al altar y comenzó a orar. Pedía un milagro. Imploraba a Dios con la inocencia de quien aún cree que lo imposible puede suceder.
El fallecido fue identificado como Noel Santiago Barrera Mendoza, originario de la colonia La Granja. Según las autoridades, había perdido la vida en su casa de habitación por una enfermedad terminal. Sin embargo, su hermano no aceptó la partida. Quería entregarlo a Dios personalmente, como si el Santuario pudiera ser puente entre la vida y la eternidad.
Durante varias horas permaneció postrado en oración. El templo se volvió un refugio sagrado para ese duelo íntimo. Algunos testigos relatan haber visto al hombre llorar en silencio, sin emitir palabra, mientras sus manos sostenían las de su hermano sin vida.
La policía llegó al lugar y acordonó el área. Más tarde, personal de medicina legal ingresó al Santuario para cumplir con el protocolo correspondiente. La escena, aunque impactante, fue tratada con respeto por las autoridades y el personal religioso.
Ante la conmoción del hecho, la iglesia emitió un comunicado oficial confirmando lo sucedido. En él se detalló que el cuerpo fue llevado a pie y en hombros, y que el hombre permaneció varias horas orando antes de la llegada de las autoridades.
A pesar de lo ocurrido, el Santuario retomó sus actividades habituales a partir de las 5:00 a.m., recibiendo a los peregrinos que llegan cada día en busca de paz y consuelo espiritual. Pero aquella madrugada dejó una huella imborrable entre sus muros.
Fue una historia que desbordó el dolor, que desafió las reglas, y que se convirtió en un acto de fe inquebrantable. Un hermano llevó a otro en su último viaje, con la esperanza de encontrar en Dios lo que la vida le había negado.