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"Negocio abajo, casa arriba y no deberle a nadie, esa es la meta".
18/06/2025

"Negocio abajo, casa arriba y no deberle a nadie, esa es la meta".

18/06/2025
Era solo un niño.Vivía con su mamá, una mujer agotada, siempre al borde del llanto,que trabajaba de mesera en doble turn...
15/06/2025

Era solo un niño.
Vivía con su mamá, una mujer agotada, siempre al borde del llanto,
que trabajaba de mesera en doble turno para pagar la renta
y no perder el carro viejo donde dormían algunas noches.

Tenía unos ojos grandes…
de esos que aún no se apagan del todo.
De esos que, a pesar del dolor, siguen creyendo que algo bueno puede pasar.

Un día, en la escuela, llegó un maestro nuevo.
Tenía el rostro marcado por cicatrices.
No hablaba mucho.
Pero los miró a todos y les dijo:

—Piensen en una idea que pueda cambiar el mundo. Y llévenla a cabo.
Esa es su tarea.

Muchos se rieron.
Otros preguntaron si podían hacer un dibujo.
Pero él…
se quedó callado, pensando.

Esa noche no pudo dormir.
Y al día siguiente, presentó su plan:

“Yo ayudo a tres personas. En algo grande.
Y les pido que no me lo devuelvan a mí…
sino que cada una ayude a otras tres personas.”

El maestro frunció el ceño.
No era mala idea…
solo parecía imposible.

Pero el niño no quería dejarlo en papel.
Así que empezó.

La primera persona fue un hombre que vivía debajo de un puente.
Nadie le hablaba. Nadie lo veía.
Pero él se acercó y le dijo:

—Puedes venir a mi casa. Hay comida. Hay ropa.
Mi mamá no sabe… pero quiero ayudarte.

El hombre lo miró como si fuera una alucinación.
Y aceptó.

Le dio de comer.
Le prestó ropa.
Lo intentó convencer de que aún merecía una oportunidad.

Cuando su mamá se enteró, casi se desmaya.

—¿¡Trajiste a un desconocido a esta casa!?
—Todos necesitamos que alguien crea en nosotros. Al menos una vez.

La segunda persona fue su mamá.
Quería verla reír.
Intentó reunirla con su papá, un hombre ausente dañado por las adicciones.

La tercera persona fue su maestro.
Quería que dejara de estar solo.
Intentó que saliera con su mamá. Que se permitiera volver a confiar.

No todo salió bien.
El hombre recayó.
Su papá lo decepcionó.
Su maestro no quiso abrirse.

Y un día, frustrado, con lágrimas en los ojos, dijo:

—Creí que si ayudaba a los demás, el mundo sería mejor.
Pero creo que me equivoqué.

Y sin embargo…
algo había empezado.

Una mujer ayudó a una desconocida con su hijo enfermo.
Un hombre evitó que otro se quitara la vida.
Una señora perdonó a su hija después de años.

La cadena estaba corriendo.

Gente ayudando a gente.
Sin cámaras. Sin aplausos. Sin redes sociales.
Solo porque un niño se atrevió a creer.



Y entonces…
cuando todo parecía mejorar,
la historia dio un giro que dolió.

Ese niño —ese pequeño corazón que solo quería hacer el bien—
se metió a defender a un amigo que estaban golpeando.

Quiso protegerlo.
Quiso hacer lo correcto.

Pero lo apuñalaron.
Y no sobrevivió.

Su cuerpo era frágil…
pero su alma fue gigante.

Lo que empezó como una tarea escolar…
terminó siendo una historia que tocó a cientos.
Miles. Millones.

Hoy, pocos saben su nombre.
Pero muchos siguen su idea:

Ayudar a alguien.
Sin esperar nada.
Solo con la esperanza de que esa persona
algún día… haga lo mismo por otro.



Y por eso te la cuento.

Porque tal vez tú también estás esperando que el mundo cambie.
Que la gente sea más justa, más humana.

Pero tal vez, todo lo que hace falta…
es que tú seas ese “uno”.

El primero.
El que empieza.
El que ayuda… aunque nadie lo note.
El que siembra… aunque no vea la cosecha.

Porque a veces,
las cadenas más fuertes…
empiezan con un solo acto de amor.

—Susana Rangel 🙏☕️✍️💬

Era solo un niño.
Vivía con su mamá, una mujer agotada, siempre al borde del llanto,
que trabajaba de mesera en doble turno para pagar la renta
y no perder el carro viejo donde dormían algunas noches.

Tenía unos ojos grandes…
de esos que aún no se apagan del todo.
De esos que, a pesar del dolor, siguen creyendo que algo bueno puede pasar.

Un día, en la escuela, llegó un maestro nuevo.
Tenía el rostro marcado por cicatrices.
No hablaba mucho.
Pero los miró a todos y les dijo:

—Piensen en una idea que pueda cambiar el mundo. Y llévenla a cabo.
Esa es su tarea.

Muchos se rieron.
Otros preguntaron si podían hacer un dibujo.
Pero él…
se quedó callado, pensando.

Esa noche no pudo dormir.
Y al día siguiente, presentó su plan:

“Yo ayudo a tres personas. En algo grande.
Y les pido que no me lo devuelvan a mí…
sino que cada una ayude a otras tres personas.”

El maestro frunció el ceño.
No era mala idea…
solo parecía imposible.

Pero el niño no quería dejarlo en papel.
Así que empezó.

La primera persona fue un hombre que vivía debajo de un puente.
Nadie le hablaba. Nadie lo veía.
Pero él se acercó y le dijo:

—Puedes venir a mi casa. Hay comida. Hay ropa.
Mi mamá no sabe… pero quiero ayudarte.

El hombre lo miró como si fuera una alucinación.
Y aceptó.

Le dio de comer.
Le prestó ropa.
Lo intentó convencer de que aún merecía una oportunidad.

Cuando su mamá se enteró, casi se desmaya.

—¿¡Trajiste a un desconocido a esta casa!?
—Todos necesitamos que alguien crea en nosotros. Al menos una vez.

La segunda persona fue su mamá.
Quería verla reír.
Intentó reunirla con su papá, un hombre ausente dañado por las adicciones.

La tercera persona fue su maestro.
Quería que dejara de estar solo.
Intentó que saliera con su mamá. Que se permitiera volver a confiar.

No todo salió bien.
El hombre recayó.
Su papá lo decepcionó.
Su maestro no quiso abrirse.

Y un día, frustrado, con lágrimas en los ojos, dijo:

—Creí que si ayudaba a los demás, el mundo sería mejor.
Pero creo que me e

La carta era humillante, decía así:  "Te encargarás de que mi ropa esté en orden. Que me sirvan mis 3 comidas regulares ...
15/06/2025

La carta era humillante, decía así:

"Te encargarás de que mi ropa esté en orden. Que me sirvan mis 3 comidas regulares al día, en mi habitación. Que mi dormitorio y estudio estén siempre en orden, y que mi escritorio no sea tocado por nadie excepto yo.
Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.
No solicitarás que:
- Me siente junto a tí en casa...
- Que salga contigo..
-Que viaje contigo.... "

Su nombre era Mileva Maric, hija de una familia de terratenientes del imperio Astro-Húngaro que por su gran inteligencia, y por favores a su padre, pudo cursar la secundaria en Austria e ingresar al Instituto Politécnico Federal de Zurich; antes de presentar el examen de ingresó a la carrera de matemáticas, estudió medicina en la Escuela Federal de Berna, Suiza. En una época en que las oportunidades de estudio para las mujeres era muy restringida, finales del siglo XIX, y a pesar de su gran capacidad intelectual, fue vigilada severamente por ser la única estudiante mujer.

Fue en el Instituto Politécnico donde conoció a su pareja con la que tendría una hija antes de casarse. Es posible que esa niña haya sido dada en adopción pero no hay claridad sobre su destino.

Posteriormente contraen matrimonio y Mileva tiene que abandonar sus estudios para atender a la familia y apoyar a su marido que no alcanza a ganar lo suficiente en la oficina de patentes donde trabajaba y para que éste terminará de elaborar su tesis.

Al poco tiempo nació su segundo hijo. Mileva siguió en las labores del hogar y se dedicó a rentar cuartos a estudiantes para apuntalar el sueldo insuficiente de su marido.

A seis años de su segundo embarazo nació su tercer hijo con problemas de salud mental. Es cuando su matrimonio se empezó a resquebrajar y su conyugue termina involucrándose con una prima de la familia.

Él decide permitir que ella se quede en casa a cambio de que mantenga las reglas estrictas que se enumera en la carta antes mencionada.

A pesar de ser vista como una pareja modelo, no pudo evitarse la separación y divorcio.

Durante su vida matrimonial, él se dedicó a desarrollar una teoría que le permitiría ganar el premio nobel. Hay evidencias que quien planteó las bases de esa teoría fue ella.

Tras su separación, Mileva se dedicó por entero a cuidar a su hijos, y gracias a ella el mayor de sus hijos pudo concluir los estudios de ingeniería en la misma escuela donde conoció a su marido. Pero Mileva nunca más pudo dedicarse a la ciencia. Murió el 4 de agosto de 1948 en Zurich, Suiza, sumida en la pobreza, siendo sepultada en el cementerio de Northeim Friedhof en Zurich. Tiempo después tuvieron que quitar su lápida porque nadie pagó los impuestos necesarios.

El esposo de Mileva Maric se llamaba... Albert Einstein.

Crédito al autor correspondiente

“El día que firmé mi herencia… fue el último día que mis hijos me volvieron a llamar ‘papá’.” 🧓🏽💸Me llamo Ernesto y tení...
12/06/2025

“El día que firmé mi herencia… fue el último día que mis hijos me volvieron a llamar ‘papá’.” 🧓🏽💸

Me llamo Ernesto y tenía 75 años cuando lo perdí todo. No por un mal negocio, no por una estafa… sino por algo peor: confiar ciegamente en la sangre. Toda mi vida construí una fortuna con esfuerzo, disciplina y visión. Cuando sentí que era hora de descansar, repartí mi herencia entre mis hijos. Pensé que lo había hecho bien, que los había preparado. Pero en cuanto el último cheque fue depositado… desaparecieron. Ya no contestaban mis llamadas. No hubo Navidad, ni cumpleaños, ni un “¿cómo estás, viejo?”. Solo silencio. Y soledad. 📉📞

Con el tiempo, las deudas me alcanzaron. Me vi obligado a vender mi casa, mi carro, hasta mis relojes. Terminé durmiendo en una pensión barata, comiendo lo justo, y recogiendo botellas plásticas para ganarme unas monedas. Algunos me reconocían y murmuraban: “Ese era el del edificio grande… el del Mercedes negro”. Yo bajaba la cabeza, no por vergüenza, sino por rabia. Una tarde, mientras separaba plástico en una esquina, pensé: “Si esto es lo que me queda, lo voy a convertir en algo grande otra vez”. ♻️🛠️

Con lo poco que junté, empecé a clasificar, lavar y transformar el plástico en materia prima para pequeños negocios. Al principio me decían “el loco de los tarros”. Pero fui persistente. Conocí a recicladores, aprendí de procesos, busqué contactos, volví a estudiar. A los 78, fundé una empresa de reciclaje con un solo empleado: yo. Tres años después, mi empresa tenía ocho camiones, dos plantas y clientes internacionales. Me reinventé desde la basura. Pero no olvidé de dónde vengo… ni quién me dio la espalda. 🧃🏭

Un día, tocaron la puerta de mi oficina. Eran ellos. Mis hijos. Con corbatas caras… y ojos vacíos. Me dijeron que necesitaban ayuda, que los negocios no iban bien. Les ofrecí un café, los escuché… y les ofrecí algo más valioso que el dinero: trabajo. “Si quieren volver a construir, háganlo como yo: desde el suelo. Empiecen

—Papá, ¿me puedes dejar en la esquina?—¿En la esquina? ¿Por qué?—Es que… ahí ya me bajo. No necesitas entrar a la escuel...
11/06/2025

—Papá, ¿me puedes dejar en la esquina?

—¿En la esquina? ¿Por qué?

—Es que… ahí ya me bajo. No necesitas entrar a la escuela.

Él guardó silencio.

Miró su uniforme arrugado… la mochila desgastada…
Y luego miró sus propias manos: llenas de pintura, con olor a solvente.
Manos de trabajo. Manos que dieron todo sin pedir nada.

—Está bien, hija… en la esquina.

Ella bajó rápido.
Sin mirar atrás. Sin decir adiós.

Aquel hombre la había criado solo.
La madre se fue cuando la niña tenía tres años.
Él no sabía peinar, pero aprendió.
No entendía las tareas, pero buscaba explicarlas.
Se partía el lomo para pagarle una escuela donde a él lo miraban con lástima…
Pero ella comía, tenía libros, y una cama donde soñar.

Nunca le faltó amor… aunque sobraran carencias.

Y ahora, su hija adolescente se avergonzaba de él.

—Papá… tú no entiendes.
—¿Qué no entiendo?
—Tu forma de hablar… tu ropa… se burlan.

Se burlan de ti.
Y de mí… por ser tu hija.

Esa frase… le rompió el alma.

No gritó.
No la juzgó.
No dijo nada.

Esa noche no cenó.
Se quedó sentado viendo una foto:
Ella, en sus brazos, el primer día de escuela.
Ambos sonriendo. Unidos.

Ahora eran dos extraños.

Pero él sabía algo que ella aún no:
La vida enseña.
Y un día, la misma vida le mostraría lo que hoy no ve:

Que no hay nada más valioso que el amor de un padre que se quedó…
cuando todos se fueron.

🔸 Porque el amor que no presume… es el que más sostiene.
🔸 Porque los abrazos que un día rechazamos… son los que más duelen cuando faltan.

Moraleja:
Muchos padres no saben expresarlo con palabras bonitas,
pero lo dicen con cada gota de sudor.

Y a veces, el amor más puro… es el que más se desprecia.
Hasta que ya es tarde para abrazarlo.

“Inventé un gatito sin boca… en medio de un país que no sabía cómo expresar el dolor.” 🎀😿Japón se estaba levantando de u...
11/06/2025

“Inventé un gatito sin boca… en medio de un país que no sabía cómo expresar el dolor.” 🎀😿

Japón se estaba levantando de una guerra que lo había dejado roto por dentro. Yo trabajaba para una empresa pequeña llamada Sanrio, y mi trabajo era diseñar personajes que pudieran vender cosas lindas. Pero yo no quería hacer solo algo tierno… quería crear un símbolo de consuelo. En ese tiempo, mi hija estaba muy enferma. No podía hablar bien. Y fue en ese silencio donde nació Hello Kitty. Un personaje que no hablaba, pero lo decía todo con su presencia. 📦👧

Muchos se burlaron al principio. Decían que era raro, que no tenía sentido. ¿Un gato sin boca? ¿Una imagen tan simple? Pero lo que pocos sabían es que esa simplicidad era un espejo. Un reflejo de todo lo que no sabíamos decir. Hello Kitty no era solo una figura… era una forma de sanar. Mientras mi hija luchaba con su salud, ese dibujo se convirtió en mi refugio, y sin saberlo, en el refugio de millones. 💔🎨

Con el tiempo, las ventas explotaron. Mochilas, cuadernos, peluches… la gente no solo compraba productos, compraba cariño. Compraba ternura. Compraba una forma de sentirse acompañada. Y aunque pocos sabían mi historia, cada vez que alguien abrazaba a Hello Kitty, yo sentía que también estaban abrazando a mi hija… y a mí. 🎁💕

“A veces, las cosas más silenciosas… son las que más sanan.” 🎀🌸

– Yuko Shimizu (diseñadora original de Hello Kitty)

• Hay días que me siento fuerte como Josué y Caleb, listo para la guerra.• Hay días que prefiero esconderme en la cueva ...
09/06/2025

• Hay días que me siento fuerte como Josué y Caleb, listo para la guerra.
• Hay días que prefiero esconderme en
la cueva como Elías.
• Hay días que quiero llorar como Ana
-Hay días que tengo FE como Abraham.
• Hay días que levanto los ojos a los montes y me pregunto: ¿De dónde vendrá mi socorro?

Eso no quiere decir que sea fuerte o débil. Soy simplemente humano, limitado y dependiente absoluto de Dios. En Dios están mis fuerzas, valor y esperanza, y si estoy de pie es porque el poder de Dios es real sobre mi.

Sin Dios, nada soy.

🎥 ¿Sabías que el celofán que envuelve tus caramelos nació por un accidente en una cena elegante? 🍬🎩En 1900, el químico s...
09/06/2025

🎥 ¿Sabías que el celofán que envuelve tus caramelos nació por un accidente en una cena elegante? 🍬🎩

En 1900, el químico suizo Jacques E. Brandenberger asistió a una cena donde un invitado derramó vino sobre el mantel. El desastre fue tal que Brandenberger pensó: “¿Y si los manteles fueran impermeables?” 🧠💧

Con esa idea, intentó desarrollar un recubrimiento transparente que pudiera aplicarse a telas. Pero durante las pruebas, notó algo curioso: el material se despegaba en una fina lámina clara, resistente y flexible. No servía para manteles... ¡pero sí era perfecto para envolver cosas! 😲

Así nació el celofán, una película transparente hecha a base de celulosa vegetal. En 1912, Brandenberger lo patentó y fundó una fábrica para producirlo en masa.

Pero el boom llegó cuando una empresa estadounidense lo usó para envolver caramelos. Por primera vez, los dulces se veían sin abrirlos y se mantenían frescos. Pronto, el celofán se convirtió en el rey del empaque: desde comida hasta flores. 🌼📦

Hoy en día, aunque tenemos plásticos más modernos, el celofán sigue siendo usado, especialmente en productos ecoamigables, porque es biodegradable.

🧃 La próxima vez que veas un dulce envuelto, recuerda: todo empezó con una copa de vino derramada en el momento más elegante.

“Jamás pienses que por haber empezado tarde has fracasado”.
09/06/2025

“Jamás pienses que por haber empezado tarde has fracasado”.

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