Radio Trompeta Final

Radio Trompeta Final Con el Objetivo de llevar el evangelio a todo el mundo

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11/29/2025

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RAICES SUMERIAS DEL IMAGINARIO BIBLICO: ARQUETIPOS PRIMORDIALES DE JOB, MOISES, PARAISO Y DILUVIO EN LA TRADICION MESOPOTAMICA - (Análisis sobre cómo los mitos sumerios constituyen la matriz literaria, teológica y simbólica de las narrativas bíblicas posteriores)

I.— INTRODUCCION: LA GENESIS TEOLOGICA DE LA PALABRA ESCRITA

Hace casi cinco milenios —más de un milenio antes de la redacción de los textos bíblicos más antiguos—, los sumerios, desde las ciudades de Ur, Nippur, Eridu y Lagash, legaron a la humanidad los primeros testimonios escritos de la conciencia religiosa universal. En las tablillas de arcilla inscritas con escritura cuneiforme, la experiencia espiritual, hasta entonces transmitida oralmente, se transformó en signo, en lenguaje teológico y en reflexión sobre el sentido del sufrimiento, la justicia divina y la condición humana.
Allí nacieron los arquetipos fundacionales de la religiosidad y del pensamiento teológico del Cercano Oriente: el justo que sufre (el primer Job), el niño elegido y salvado de las aguas (el primer Moisés), el jardín incorrupto y luminoso (el primer Paraíso), la divinidad que muere y resucita (Inanna), y el justo que sobrevive al cataclismo de las aguas (Ziusudra, el primer Noé). Estos relatos no son simples antecedentes mitológicos, sino estructuras simbólicas que anticipan las categorías teológicas que la Biblia elevará a canon.
En el corazón del valle mesopotámico, la palabra se hizo teología y la memoria humana comenzó a pensar el misterio de lo divino a través de signos grabados en arcilla. La civilización sumeria no solo inventó la escritura: inventó el pensamiento teológico sistemático.

II.— EL PRIMER "JOB": EL HOMBRE Y SU DIOS

Entre los textos sapienciales sumerios destaca el poema “El hombre y su dios”, también conocido como “Lamentación de un hombre a su dios”. Allí un justo inocente, abatido por el sufrimiento, se interroga por la causa de su dolor y clama por misericordia. Su lamento inaugura la reflexión sobre la teodicea, es decir, la tensión entre la justicia divina y el mal inmerecido.
Este texto, datado más de un milenio antes del Libro de Job, constituye el primer testimonio de la angustia teológica ante el sufrimiento del inocente, y revela una espiritualidad interior, personal y dialogal con la divinidad, preludio del drama sapiencial bíblico.

III.— EL PRIMER MOISES: SARGON DE ACAD

El relato del nacimiento de Sargón de Acad (ca. 2334–2279 a.C.), conservado en inscripciones neoasirias y babilónicas, narra que el futuro rey fue colocado en una cesta sellada con brea y abandonado en el río Éufrates, de donde fue rescatado y criado por una mujer de condición humilde. Este motivo narrativo —el niño salvado de las aguas— constituye una estructura literaria arquetípica que anticipa el relato mosaico del Éxodo.
La coincidencia no es casual: expresa una concepción teológica compartida en la que la elección divina se revela a través del rescate providencial. En Sumeria, la intervención de los dioses; en Israel, la providencia del Dios único. En ambos casos, la biografía del libertador nace de las aguas del caos.

IV.— EL PRIMER PARAISO: DILMUN, LA TIERRA PURA

Los himnos sumerios describen Dilmun como una tierra luminosa, sin enfermedad, ni muerte, ni vejez, donde los dioses moran en plenitud. Este “país de la vida” anticipa el concepto del Gan-’Éden hebreo, el jardín de la comunión original entre Dios y la creación.
Dilmun representa el arquetipo del paraíso primordial, el espacio de pureza anterior a la culpa, donde la vida aún no ha sido tocada por la corrupción del tiempo. Su geografía mítica expresa el anhelo universal de retorno a la inocencia perdida, idea que la tradición bíblica transformará en teología del Edén y, finalmente, en esperanza escatológica del Reino restaurado.

V.— LA PRIMERA RESURRECCION DIVINA: INANNA / ISHTAR

El ciclo litúrgico de Inanna (Ishtar) —la diosa que desciende al inframundo, muere y resucita— constituye el primer paradigma de una divinidad que atraviesa la muerte para restablecer el orden cósmico. Esta figura introduce en la conciencia religiosa la idea de que la vida vence al abismo, anticipando las futuras concepciones soteriológicas del mundo semita y helenístico.
Su descenso, despojo y retorno reflejan un drama cósmico que prefigura la noción de resurrección redentora: lo divino que se abaja hasta el reino de la muerte para restaurar la vida. En esta estructura teológica se encuentran los gérmenes de las doctrinas de redención que culminarán en la teología cristológica del Nuevo Testamento.

VI.— EL PRIMER DILUVIO UNIVERSAL: ZIUSUDRA / UTNAPISHTIM

El relato de Ziusudra, conservado en el Poema de Atrahasis y posteriormente en el Poema de Gilgamesh, describe al hombre justo que, advertido por los dioses de un diluvio destinado a purificar la tierra, construye una embarcación, preserva la vida y ofrece sacrificio al emerger las aguas.
Este mito, más de mil años anterior al relato de Noé, constituye el primer registro literario del juicio divino a través del agua y del pacto de misericordia posterior al castigo. En la reelaboración bíblica, el politeísmo mesopotámico cede su lugar al monoteísmo ético, y el acto de los dioses se transforma en una pedagogía divina de purificación y promesa.

VII.— CONCLUSION: DE LA ARCILLA AL CANON

Los sumerios no solo inventaron la escritura; inventaron la memoria teológica. En sus tablillas se encuentran las raíces de la teología narrativa, de la ética sapiencial y del simbolismo religioso que nutriría toda la espiritualidad del Cercano Oriente.
De aquel humus milenario germinaron las grandes constantes del pensamiento bíblico: el sufrimiento del justo, la vocación del libertador, la nostalgia del paraíso perdido, la esperanza en la vida más allá de la muerte y la alianza que restaura el cosmos después del juicio.
El edificio espiritual de Occidente —de las epopeyas sumerias al Evangelio cristiano— se erige sobre el legado teológico de Sumer: el lugar donde la humanidad, por primera vez, aprendió a pensar el misterio de Dios con las herramientas de la palabra escrita.
Doctor G.E. PAULINO M.D., TH.D., PH.D.

Radio La Trompeta Final.Les Presenta.                    Apocalipsis de Adán                      Nag Hammadi.1 La revel...
11/27/2025

Radio La Trompeta Final.
Les Presenta.

Apocalipsis de Adán
Nag Hammadi.

1
La revelación que Adam le enseñó a su hijo Seth en el año centésima siete, diciendo:
“Escucha mis palabras, mi hijo Seth. Cuando Dios me creó de la tierra, junto con Eva,
tu madre, anduve con ella en una gloria que había visto en el aeón del que habíamos
salido. Ella me enseñó una palabra de conocimiento del Dios eterno. Y nos
parecíamos a los grandes ángeles eternos, porque éramos más altos que el dios de
nosotros y los poderes con él, los cuales no sabíamos que había creado.
Entonces Dios, el soberano de los aeones y de los poderes, nos dividió en ira.
Entonces nos convertimos en dos aeones. Y la gloria en nuestros corazones nos dejó,
yo y tu madre Eva, junto con el primer conocimiento que tenía vida dentro de
nosotros. Y la gloria huyó de nosotros, sino que entró en [...] una gran [...] que había
salido, no de este aeón del que habíamos salido, yo y tu madre Eva. Pero el
conocimiento entró en la semilla de los grandes aeones. Por esta razón, yo mismo te
he llamado por el nombre de ese hombre que es la semilla de la gran generación o de
quien se trata. Después de aquellos días, el conocimiento eterno del Dios de verdad
se retiró de mí y tu madre Eva. Desde entonces, nos enteramos de cosas mu**tas, al
igual que los hombres. Entonces, nos dimos cuenta del Dios que nos había creado.
Porque no éramos extraños a sus poderes. Y nosotros lo servimos en el miedo y la
esclavitud. Y después de estas cosas, que se cubrió de tinieblas en nuestro corazón.

2
Ahora bien, me dormí en el pensamiento de mi corazón. Y vi a tres hombres delante
de mí cuya semejanza he podido reconocer, ya que no eran los poderes del Dios que
nos había creado. Ellos superaron [...] la gloria, y [...] los hombres [...] que me decía:
"Levántate, Adán, del sueño de la muerte, y escucha sobre el aeón y la semilla de la
que el hombre a quien la vida ha llegado, que vino de ti y de Eva, tu esposa”. Cuando
hube oído estas palabras de los grandes hombres que estaban de pie delante de mí,
entonces suspiró Eva, en nuestro corazón. Y el Señor, el Dios que nos había creado,
se puso delante de nosotros. Él nos dijo: “Adán, ¿por qué están ambos suspirando en
vuestros corazones? ¿O no sabéis que yo soy el Dios que te creó? Y respiré en ustedes
un espíritu de vida como un ser viviente.” A continuación, la oscuridad cayó sobre
los ojos. Entonces, el Dios que nos creó, creó un hijo de él y de Eva, tu madre. Sabía
del dulce deseo de tu madre, por [...] en el pensamiento de mi [...]. Yo sabía un dulce
deseo de tu madre. A continuación, el vigor de nuestro conocimiento eterno fue
destruido en nosotros, y la debilidad nos persiguió. Por lo tanto, los días de nuestra
vida se hicieron pocos. Porque yo sabía que había estado bajo la autoridad de la
muerte.

3
Ahora bien, mi hijo Seth, yo te revelaré las cosas que aquellos hombres a los que vi
ante mí al principio me revelaron: después de haber completado los tiempos de esta
generación y los años que varias generaciones han realizado, a continuación, [...]
esclavos [...].
(Una página completa en blanco)

4
A través de los vientos y las lluvias, que YHWH Sabaoth, el Todopoderoso, es capaz
de precipitar, él podía destruir toda carne humana sobre la Tierra y proyectar un
mundo con seres más disciplinados a causa de las cosas que se buscan después, junto
con los de la semilla de los hombres a los que pasaron la vida del conocimiento que
proviene de mí y Eva, tu madre. Porque aquellos hombres estaban ajenos a él.
Después, grandes ángeles vendrán en altas nubes, e introducirán a los hombres en
el lugar donde el espíritu de la vida habita [...] Gloria [...] allí, [...] viene del cielo a la
tierra. Entonces, toda la multitud de la carne se quedará atrás en las aguas.
Entonces YHWH Sabaoth descansará de su ira. Y echará su poder sobre las aguas, y
él les dará poder a sus hijos y a sus esposas por medio del arca, junto con los
animales, tal como desde el principio lo quisiera. Y les dará las aves del cielo que él
llamó y fue liberando sobre la tierra. Y YHWH Sabaoth dirá a Noé, a quien las
generaciones lo llamarán 'Deucalión': “Observa, yo te he protegido en el arca, junto
con tu esposa y tus hijos y sus esposas y tus animales, y las aves del cielo, a las que
tú necesitabas, y los he puesto en libertad aquí. Así que ahora te daré la Tierra para
ustedes, tú y tus hijos. En esta realidad vas a gobernar siempre sobre la realidad, tú
y tus hijos. Y ya depuradas saldrán de ti las mujeres y los hombres reales, sin rastro
de las semillas originarias; ya no se interpondrán entre mi presencia y ustedes,
usando su antigua Gloria. Entonces van a ser como yo, e ingresarán en la gran nube
de poder.
Pero nuevamente esos hombres vendrán. Los que han sido educados desde el
conocimiento de los grandes aeones y de los ángeles. Ellos se plantarán frente a Noé
y los aeones. Y esos hombres le dirán a Noé: “¿Por qué te has apartado de lo que
dijimos a tus abuelos? Han creado una nueva generación para que ustedes puedan
despreciar y olvidar mi Gloria eterna”.
A ello Noé contestará: “Voy a declarar ante el poder que la generación de estos
hombres que no vino de mí ni de mis hijos. [...] conocimiento. Y el Mesías vendrá
[...] esos hombres y los traerá a su tierra adecuada, y construirá con ellos una morada
santa. Y ellos serán llamados por ese nombre, morarán allí 600 años en el
conocimiento de la inmortalidad. Y los ángeles de la gran Luz morarán con ellos.
Ninguna falsa escritura habitará en sus corazones, sino sólo el verdadero
conocimiento del Padre”.
En aquellos tiempos Noé dividió toda la tierra entre sus hijos: Cam, Sem y Jafet. Él
les proclamó: “Mis hijos, escuchen estas palabras. Atiendan bien; he dividido la
tierra para usufructo de vosotros. Pero ahora el compromiso es servir a nuestro
Señor, YHWH Sabaoth en el miedo y la esclavitud todos los días de vuestras vidas.
Que sus semillas no se aparten jamás del rostro de YHWH Sabaoth, el Todopoderoso.
Yo y ustedes [...] hijos de Noé, juramos: “Mi semilla va a ser agradable a YHWH y a
su poder. Serviremos bajo su mano fuerte, con terror y sumisión atenta para que toda
la semilla que salió de mí, no pueda inclinarse lejos de Usted, YHWH Sabaoth,
Todopoderoso, sino que siempre va a servirle a Usted, en la humillación y el temor
por sus leyes”.

5
Más tarde, otros de la simiente de Cam y Jafet vendrán, cuatrocientos mil hombres,
y entrarán en las otras tierras. Y morarán con aquellos hombres que salieron de la
gran oleada del conocimiento eterno. Con las sombras de sus poderes protegerán a
esos que habían estado viviendo con ellos en toda cosa malvada y todo deseo impuro.
Después, las semillas de Cam y Jafet formarán doce reinos, y sus semillas también
entrarán en las realidades de otros pueblos. Entonces, [...] tomarán consejo de un
abogado [...] aquellos que están mu***os, fuera de los grandes aeones de
inmortalidad. Y van a ir a YHWH, su Padre. Ellos apelarán a los poderes, acusando
a los grandes hombres que están en la Gloria del Padre.
Dirán a YHWH: “¿Cuál es el poder de estos hombres que estaban en tu presencia,
que fueron formados de la semilla de Cam y Jafet?, ¿quién podrá numerar
cuatrocientos mil hombres? Han sido recibidos en otro aeón del cual habían salido,
y han volcado toda la Gloria de su poder y el dominio de tu mano. Por la semilla de
Noé a través de sus hijos has hecho, en todo, tu voluntad; entonces, tienes todos los
poderes en los aeones donde tu fuerza impone la Ley. Mientras tanto, aquellos
hombres y los que son extranjeros existen aún en tu Gloria; ellos no han hecho tu
voluntad. Ellos están cambiando, por dentro, a la multitud de tu humanidad.”

6
Entonces el YHWH Sabaoth de los aeones les dará poder a algunos de los que le
sirvieron con fidelidad [...]. Ellos vendrán a reinar sobre la tierra en la que habitaban
los grandes hombres que aún no se habían contaminado por ningún deseo. Aquellas
almas no sustentaban los impulsos de profanación, sino que venían de un gran
comando integrado por ángeles eternos.
Entonces, fuego y azufre y asfalto serán echados a aquellos hombres, y lava, con
niebla cegadora vendrán sobre esos aeones, y los ojos de los poderes de los
iluminadores se oscurecerán, y los aeones no los verán en esos días. Y grandes nubes
de luz descenderán, y otras nubes de luz bajarán sobre ellos desde los grandes
aeones.
Abraxas y Saulo y Gamaliel descenderán y sacarán a aquellos hombres del fuego y la
ira para llevarlos por encima de los aeones y los gobernantes de las potencias, y
alejarlos [...] de la vida [...] y tomar lejos [...] aeones [...] lugar de la gran [...] allí
habitan, con los santos ángeles y los aeones. Los hombres serán como los ángeles,
porque ya no serán ajenos a ellos. Desde aquel momento, trabajarán con la semilla
incorruptible.
Una vez más, por tercera vez, el iluminador del conocimiento pasará por nuestro
mundo con gran Gloria para legar algo de Luz a la semilla de Noé y a los hijos de Cam
y Jafet. Y dejar, por sí mismo, los árboles cargados, otra vez de frutos. Él redimirá
sus almas desde el día de la muerte. Así, toda la creación que vino de la tierra mu**ta
ya no estará bajo la autoridad de la muerte. Y aquellos que reflexionen sobre el
conocimiento del Padre Eterno en su corazón, no perecerán. Porque ellos no han
recibido sólo el espíritu de este reino, sino que han recibido la luz de un [...] ángel
eterno. [...] Iluminador [...] vendrá desde [...] de la muerte [...] de Seth. Entonces él
llevará a cabo prodigios y señales para cimentar así su poder y reinado en los
Espíritus de la humanidad.

7
Entonces, YHWH Sabaoth de los poderes se revolverá, perturbado y diciendo: “¿De
dónde viene el poder de este hombre que es superior a nosotros?” Luego, en él se
despertará una gran ira contra ese hombre. Y la Gloria se retirará y habitará en casas
de santos que se han elegido para conocer la luz en sí mismos. Y los poderes no lo
verán con sus ojos, ni tampoco van a ver al iluminador. Entonces, ellos van a castigar
a la carne del hombre sobre el cual vino el Espíritu Santo. En aquel tiempo, los
ángeles caídos y todas las generaciones de los poderes usarán el nombre
erróneamente, preguntando: “¿De dónde viene el error?” o “¿De dónde salieron las
palabras de engaño que todos los poderes no han podido prevenir?”

8
Ahora, el primer reino dice de él que él vino de [...]. Un espíritu [...] del cielo. Fue
criado en los cielos. Recibió la Gloria del Uno y el poder. Él vino al seno de su madre.
Y así llegó hasta el agua.
Y el segundo reino dice de él que vino de un gran profeta. Y un pájaro llegó, tomó al
niño que nació, y lo llevó a una montaña alta. Y él fue alimentado por el ave de los
cielos. Un ángel salió allí. Él le dijo: “¡Levántate! Nuestro Padre Celestial te ha dado
la Gloria a ti.” Entonces recibió la Gloria y el poder. Y así llegó hasta el agua.
El tercer reino dice de él que vino de un vientre virginal. Fueron expulsados de su
ciudad, él y su madre. Fue llevado a un lugar desierto. Fue criado allí. Él se acercó y
recibió la Gloria y el poder. Y así llegó hasta el agua.
El cuarto reino dice de él que él vino de una virgen. [...] Salomón le buscó, él y
Phersalo y Samuel y sus ejércitos que habían sido enviados. Salomón mismo envió a
su ejército de demonios para buscar a la virgen. Y no encontraron a aquel a quien
buscaban, pero la virgen les fue dada a ellos. Fue a ella a quien fueron a buscar.
Salomón se la llevó. La virgen quedó embarazada y dio a luz al niño allí. Ella lo crio
en una frontera del desierto. Cuando él se hubo alimentado, recibió la Gloria y el
poder de la semilla de la que él fue engendrado. Y así llegó hasta el agua.

9
Y el quinto reino dice de él que se precipitó voluntariamente desde el cielo. Él se
arrojó desde las alturas hacia el mar. El abismo lo recibió, le dio a luz, y lo llevó de
nuevo al cielo. Recibió la Gloria y el poder. Y así llegó hasta el agua.
Y el sexto reino dice que [...] hasta el aeón que está por debajo, con el fin de recoger
flores. Ella quedó embarazada de la voluntad de las flores. Ella alumbró su cuerpecito
de niño en aquel lugar. Los ángeles del jardín de flores lo nutrieron. Recibió Gloria
allí y el poder. Y así llegó hasta el agua.
Y el séptimo reino dice que él es una gota. Vino del cielo a la tierra. Los dragones lo
llevaron hasta las cuevas. Se hizo niño. Un espíritu vino sobre él y lo llevó a lo alto
para el lugar donde cayó y así, sucesivamente. Recibió la Gloria y el poder allí. Y así
llegó hasta el agua.

10
Y el octavo reino dice de él que vino de una nube sobre la tierra y la envolvió una
roca. Él vino de allí. Los ángeles que estaban por encima de la nube lo alimentaron.
Recibió la Gloria y el poder allí. Y así llegó hasta el agua.
Y el noveno reino dice de él que de las nueve Musas se separó una tomando distancia.
Ella vino a un alto monte y pasó el tiempo allí, sentada, dado que ella deseaba estar
sola para convertirse en andrógina. Ella cumplió su deseo y se quedó embarazada de
su deseo. Él nació. Los ángeles que estaban sobre el deseo lo nutren. Y recibió la
Gloria allí y el poder. Y así llegó hasta el agua.
El décimo reino dice de él que su dios se enamoró de una nube de deseos. Él lo
engendró en su mano, echándolo después sobre la nube por encima de él; de aquella
gota, él nació. Recibió la Gloria y el poder allí. Y así llegó hasta el agua.

11
Y el undécimo reino dice que el padre deseó a su propia hija. Ella misma se quedó
embarazada de su padre. Lanzó [...] tumba en el desierto. El ángel le crio allí. Y así
llegó hasta el agua.
El duodécimo reino dice de él que venía de dos iluminadores. Fue criado allí. Recibió
la Gloria y el poder. Y así llegó hasta el agua.
Y el decimotercer reino dice de él que cada nacimiento de su regla es una palabra. Y
esta palabra recibió un mandato allí. Recibió la Gloria y el poder. Y así llegó al agua
con el fin de que el deseo de esos poderes pudiera ser satisfecha.

12
Pero la generación sin reino dice que Dios lo eligió a él de entre todos los aeones. Él
hizo un conocimiento de la verdad desde lo vacío, que vino a estar en su ser. Él dijo:
“De un aire extranjero, de un gran aeón, el gran iluminador salió. Hizo la generación
de esos hombres que había escogido para su propio brillo para que pudieran brillar
sobre todo el aeón”. Después, las semillas de los que recibirán su nombre sobre el
agua después, todos ellos lucharán contra el poder. Y una nube de oscuridad vendrá
para taparlos.
Entonces los pueblos clamarán a gran voz, diciendo: “¡Bendita es el alma de los
hombres, porque han conocido a Dios, con un conocimiento de la verdad! Ellos
vivirán para siempre, porque no han sido corrompidos por su deseo junto con los
ángeles, ni han completado las obras de los poderes, pero han pasado en su presencia
con el conocimiento de Dios, como una luz que ha salido del fuego y de la sangre.
Nosotros hicimos todo acto de los poderes sin sentido. Nos hemos jactado en la
transgresión a través de todas nuestras obras. Hemos clamado contra el Dios de la
verdad sin comprender que todas sus obras [...] son eternas. Estas acciones están en
contra de nuestros espíritus. Por eso hemos llegado a saber que nuestras almas
morirán con la muerte”.

13
Entonces vino una voz diciendo: “Micheu y Michar y Mnesinous, que están sobre el
santo bautismo y el agua viva, ¿por qué estaban llorando en contra el Dios vivo con
voces y lenguas sin ley, con almas llenas de sangre y maldades? Están llenos de obras
que no son de la verdad, aunque sus formas estén cubiertas de alegría y regocijo.
Habiendo contaminado el agua de la vida, que ha dibujado dentro de la voluntad de
los poderes a los que se les ha dado servir. Y su pensamiento no es como el de esos
hombres a quien tú persigues [...] deseo [...]. Su fruto no se marchita. Pero se conocerán hasta los grandes aeones, porque las palabras que se han mantenido del
Dios de los aeones, no se han comprometido con el libro, ni jamás fueron escritos.
Pero angelicales seres se los dieron, y a quien todas las generaciones de los hombres
no conocerán. Porque ellos estarán en un monte alto, sobre una roca de la verdad.
Por lo tanto, se las llamará “Las Palabras de la Inmutabilidad y la Verdad” para los
que conocen al Dios eterno, en sabiduría del conocimiento y la enseñanza de los
ángeles para siempre, porque él sabe todas las cosas “.
Estas son las revelaciones que Adán dio a conocer a Seth, su hijo, y su hijo enseñó a
su simiente sobre ellos. Este es el conocimiento oculto de Adán, el cual dio a Seth;
este es el santo bautismo de aquellos que saben el conocimiento eterno a través de
los que nacen de la Palabra y de las Iluminaciones imperecederas que vinieron de la
semilla santa: Yesseus, Mazareus, Yessedekeus, el Agua Viva…

conclusión.

El Apocalipsis de Adán (ApAd) es el último de los cinco tratados
contenidos en el códice V de Nag Hammadi, copiado en la primera
mitad del siglo IV. Está en sahídico, con algunas particularidades de
acmímico y fayúmico; pero el original debió de ser escrito en grie
go.

Radio La Trompeta Final.Les Presenta.                     ¿LA VIRGEN MARÍA MURIÓ O NO MURIÓ? Muchos católicos han creído...
11/27/2025

Radio La Trompeta Final.
Les Presenta.

¿LA VIRGEN MARÍA MURIÓ O NO MURIÓ?

Muchos católicos han creído durante siglos que la Virgen María no murió como las demás criaturas. Que, al llegar la hora de su partida de este mundo, se quedó dormida, como en un sueño profundo, y así fue llevada en cuerpo y alma al cielo por Dios. Y que, por lo tanto, su cuerpo no había sufrido la corrupción que normalmente experimenta todo cadáver. Esta creencia se formó a partir de tres pasajes de las Sagradas Escrituras, en los cuales expresamente se dice que la muerte entró en el mundo por culpa del pecado de Adán y Eva. Estos pasajes se encuentran en el libro del Génesis (cap. 3), en el de la Sabiduría (2, 23-24), y en algunas cartas de Pablo (Rom 5, 12; 1 Cor 15, 21).

Si esto es así, decían, entonces, antes de que se cometiera aquel pecado, los hombres eran todos inmortales, y gozaban en el Paraíso de inmunidad ante el dolor, la enfermedad y
la vejez. Ahora bien, los hombres perdieron la inmortalidad
con el pecado. Pero la Virgen María, al ser la única criatura en
el mundo que nunca cometió pecado, no debía morir. Y por
eso, concluían, debió pasar directamente de la vida terrena a
la vida eterna.

El silencio del Papa
Esta opinión dividió a los estudiosos católicos durante
mucho tiempo, ya que otros creían expresamente que la Madre de Dios sí había mu**to, pues esa es la condición normal
de todo ser humano.

Cuando en 1950 el papa Pío XII declaró el dogma de la
“Asunción de María”, es decir, que María fue llevada por
Dios en cuerpo y alma a los cielos, hubo gran expectativa
entre los teólogos pues pensaron que aclararía también la
cuestión de su muerte. Sin embargo, en esa oportunidad, el
Pontífice dijo: “Declaramos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, terminado el curso de
su vida en la Tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria
del cielo”. Con lo cual dejó el problema sin resolver, pues no
explicó si fue llevada después de morir, o sin que hubiera
mu**to.
Fue finalmente Juan Pablo II quien, en 1997, en una de
sus acostumbradas catequesis semanales, se pronunció sobre
esta controversia teológica manifestando que la Madre de Jesús sí murió, y que, por lo tanto, debió experimentar en
su propia carne el drama de la muerte, como toda criatura
humana.

En contra de la tradición
El Papa justificó su afirmación por tres motivos.
El primero, porque toda la tradición de la Iglesia ha sostenido siempre que María fue llevada al cielo después de morir.
En efecto, desde los primeros siglos cristianos, encontramos a figuras de renombre como san Epifanio (= 403), san
Ambrosio (= 397), san Jerónimo (= 420), san Agustín (=
430), san Juan Damasceno (= 749), san Anselmo (= 1109),
santo Tomás de Aquino (= 1274), san Alberto Magno (=
1280), san Bernardino de Sena (= 1444), y una larguísima
lista de escritores eclesiásticos, que sostienen, de una manera
clara y terminante, la muerte de la Virgen. Sólo a partir del
siglo XvI1, comienza a aparecer la opinión de la inmortalidad
corporal de María. Por eso, quienes sostienen que la Virgen
no habría mu**to se oponen a la tradición de la Iglesia.
En segundo lugar, porque pensar que la Virgen no murió
es otorgarle un privilegio que la colocaría por encima de su
propio Hijo, ya que Jesucristo tampoco tuvo pecado y, sin
embargo, murió. ¿Cómo, pues, no va a morir María?
En tercer lugar, porque para resucitar es necesario antes
morir. Sin la muerte previa es imposible la resurrección. Ahora bien, si María no hubiera mu**to ¿cómo habría podido resucitar? ¿Cómo habría podido ir al encuentro de su Hijo y de todos los santos que primero murieron y luego resucitaron?

Una biología inalterable
Por todo ello, María de Nazaret, concluye el Papa, sí murió a pesar de no haber tenido pecado.

Pero aclarado esto, debemos ahora replantearnos la cues-
tión de la cual derivó toda esta contienda. Si Adán y Eva tam-
poco hubieran pecado, al igual que María, ¿habrían sido en
verdad inmortales? ¿En el Paraíso, la humanidad vivía libre
del drama de la muerte, antes del pecado original?
Hoy los exégetas sostienen que no. Que la muerte hubiera existido de todos modos, con pecado o sin él. Que aquella primera falta cometida por Adán y Eva no alteró para nada
la biología del reino vegetal, animal y humano. Y que toda
esta creencia en la inmortalidad humana se debió a una interpretación literalita, y por lo mismo errónea, de los textos bíblicos mencionados anteriormente.
En efecto, si ahora los analizamos con cuidado, veremos
que en ningún momento afirman semejante idea.
El primero está en el capítulo 3 del Génesis. Allí se relata
cómo cuando Dios creó a Adán y Eva los puso en el Paraíso
Terrenal con una prohibición: no comer del árbol de la ciencia
del bien y del mal plantado en medio del jardín. Sin embargo
ellos, tentados por la serpiente, desoyeron las órdenes de Dios y
tomaron el fruto. Entonces Dios al comprobar la desobediencia
les asignó una serie de castigos, empezando por la serpiente,
siguiendo por la mujer y terminando con el hombre (3, 1-19).

La pena de muerte de Dios
Si analizamos los castigos impuestos por Dios veremos
que todos están enunciados de la misma manera, es decir, en
forma imperativa, propia de quien imparte una orden.
Así, a la serpiente le dice: a) serás maldita entre los ani-
males; b) caminarás sobre tu vientre; c) comerás polvo; d)
serás enemiga de la mujer (v.14-15).

A la mujer le dice: a) aumentaré tu sufrimiento en tus
embarazos; b) con dolor parirás los hijos; c) hacia tu marido
irá tu apetencia; d) él te dominará (v.16).
Y al hombre le dice: a) maldita será la tierra por tu culpa;
b) sacarás de ella tu alimento con gran trabajo; c) el suelo te
producirá espinas y abrojos; d) comerás la hierba del campo;
e) comerás el pan con el sudor de tu frente (v.17-19).
Después de todo esto, Dios añade al final: Hasta que vuelvas al polvo de donde fuiste sacado, pues eres polvo y en polvo te
convertirás. Como podemos ver, esta frase hasta que vuelvas al
polvo no forma parte de los castigos impuestos por Dios. Es
una simple información que él le da a Adán sobre cuánto tiempo tendrá que sufrir esos males: hasta que vuelva al polvo, es
decir, hasta que le llegue la muerte, que se la da por sobreentendida. Por lo tanto, en Gn 3 la muerte no es un castigo
impuesto por Dios, sino que es algo que se presupone. El au-
tor sagrado, con esta expresión, entiende que, antes del peca-
do, la muerte ya era el fin del hombre, y que los nuevos castigos se deberán sufrir hasta que sobrevenga esa muerte.

El día que nunca llegó
Si la frase hasta que vuelvas al polvo... fuera la condena de
muerte a Adán, como piensan algunos, llegaríamos a una con-
clusión verdaderamente absurda. Porque como, en la menta-
lidad del autor, la lista de males corresponde a lo que le tocará
vivir a cada uno de los castigados a partir de entonces, habría
que concluir que sólo Adán tendría que haber mu**to, mien-
tras Eva tendría que haber permanecido inmortal, pues a ella
no se le impuso la orden de volver al polvo. Lo cual es ridícu-
lo. Por lo cual debemos deducir que, en el relato, la muerte
biológica se sobreentiende para ambos.

Pero un segundo detalle nos demuestra que en el Génesis
la muerte biológica no es un castigo provocado por el pecado.
Cuando Dios le prohibe a Adán comer el fruto, le dice: De cualquier árbol del jardín puedes comer, pero del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él morirás sin remedio (2, 17). Ahora bien, Dios le advierte que “el día” que
coma del fruto morirá. Pero Adán comió el fruto y no murió ese
día, ni el siguiente, ni el posterior, sino que siguió viviendo. ¿Qué
pasó? ¿Cómo Dios pudo dejar de cumplir una promesa tan grave y seria como la que había hecho? Evidentemente para el
autor del Génesis no era la muerte biológica la que debía venir
“el día” que Adán pecara. ¿A cuál muerte se refería, entonces?

La envidia del Diablo
El segundo texto bíblico que menciona a la muerte como
consecuencia del pecado está en el libro de la Sabiduría, y
dice: Dios creó al hombre para la inmortalidad. Lo hizo a imagen
de su propia naturaleza. Pero por envidia del Diablo entró la muer-
te en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen (2, 23-24).
Aquí también es indudable que la “muerte” que entró en
el mundo por envidia del Diablo no puede ser la muerte física.
Porque aclara que la experimentan los que le pertenecen [al Dia-
blo], es decir, los pecadores. Y, en cambio, vemos que a la
muerte física la experimenta todo el mundo: santos y pecado-
res, buenos y malos, justos e injustos. Por ello, la muerte de la
que habla el libro de la Sabiduría no es la corporal. ¿Cuál es la
muerte que entró en el mundo por envidia del Diablo?

Adán y Jesucristo
La tercera vez que encontramos esta idea es en las cartas
de san Pablo. Escribiendo a los romanos, el Apóstol les dice:

Por un solo hombre entró el pecado en el mundo. Y por el pecado
entró la muerte. Y así, la muerte alcanzó a todos los hombres, por-
que todos pecaron (5, 12).
Más adelante, reitera en la misma carta: Y así como el
pecado de uno solo [Adán] trajo sobre todos los hombres la conde-
na, así también la justicia de uno solo [Jesucristo] trajo a todos los
hombres la justificación que da la vida (5, 18).
Como vemos, Pablo establece una comparación entre
Adán (el primer hombre de toda la humanidad), y Cristo (el
primer hombre de la nueva humanidad). Y afirma que, si bien
la muerte entró en el mundo a través del pecado de Adán,
Cristo vino a reparar esa tragedia trayendo el perdón y la nue-
va vida.
Ahora bien, ¿cuál es la nueva vida que trajo Jesucristo al
mundo para reparar la perdida por Adán? No es, por supues-
to, una nueva vida biológica. Los hombres no tienen un mejor
funcionamiento físico gracias a la venida de Jesucristo. Entonces, tampoco fue una muerte biológica la provocada por el
pecado de Adán.

Para la Biblia, lo más natural
Estas son las únicas veces en que la Biblia sostiene que la
muerte entró en el mundo por el pecado. Y como vimos, en
ninguna de ellas se refiere a la muerte biológica. Por eso, hoy
los biblistas ya no aceptan la idea de la inmortalidad corporal
antes del pecado original.
Más aún. Si analizamos las otras veces que en la Biblia se
habla de la muerte, se sobreentiende que ésta existe como
algo normal, que forma parte del ciclo natural del ser huma-
no, y que tarde o temprano todo individuo la debe experimentar por el simple hecho de ser hombre. Nunca vemos que
nadie se rebele contra ella, ni que se lamente de que por culpa
de una primera pareja haya aparecido tan horrorosa realidad.
Así, leemos que todos se irán de este mundo sin posibilidades de regresar (2 Sam 12, 23). Que estamos formados de
arcilla, y algún día regresaremos al polvo (Job 10, 9). Que ningún hombre puede vivir sin ver nunca la muerte (Sal 89, 49).
Que es inevitable tener que irse por el camino de todos (Jos 23,
14). Que todos morimos, porque somos como agua derramada
que ya no puede recogerse (2 Sam 14, 14). Que todos tenemos el
mismo fin, tanto el sabio como el necio (Ecl 2, 14). Que todos los
hombres vuelven al polvo, igual que los animales (Ecl 3, 18).
Por lo tanto, en la Biblia la muerte aparece como un paso
ineludible y forzoso. Vida y muerte forman parte del ciclo normal del destino humano. Por eso se la acepta siempre, sin discusión ni especulaciones posibles de lo que habría podido pasar en caso de que no hubiera existido el pecado.

Lo que sí entró
Aclaremos ahora cuál es la muerte que apareció en el
mundo por culpa del pecado. Actualmente los teólogos enseñan que no se trata, como se creía antes, de la muerte “biológica”, sino de la muerte “psicológica”.
¿Qué es la muerte psicológica? En caso de que los hombres no hubieran pecado, la muerte física igualmente habría
existido, pero no se la habría experimentado como algo terrorífico y desesperante. El hombre la habría podido afrontar con
la paz y el gozo de los amigos de Dios. La muerte habría sido
un simple viaje, una partida feliz y placentera, un paso gozoso
hacia el encuentro con el Señor, una despedida momentánea de parientes y conocidos, con la seguridad de que pronto volveríamos a encontrarlos de un modo más pleno y perfecto.

Pero a partir del pecado se nos nubló la vista. Dejamos
de ver a la muerte como un paso dichoso hacia la vida con
Dios, y empezamos a verla como verdadera “muerte”, es decir,
como algo pavoroso y traumático, que nos angustia y agobia,
que nos acosa en cada momento de la vida, y en donde se
estrellan todas las esperanzas y las ilusiones humanas, porque
ya no sabemos bien qué nos espera del otro lado ni cómo será
el más allá. Esa es la muerte “psicológica”. Esa es la muerte
que apareció con el pecado.
El poeta francés Charles Péguy lo dijo con una genial
intuición: “Lo que fue la muerte a partir de ese día / antes no
era más que una partida natural y tranquila”.

El nuevo rostro de la muerte
Por no haber entendido esto, hemos creído que la Virgen
María fue preservada de la muerte corporal. Como si ésta en
sí misma fuera un castigo, o un mal de fábrica, cuando, en
realidad, el mal está en cómo se la experimenta.
Con la venida de Cristo, la muerte “psicológica” fue vencida. Es decir, perdió su carácter horroroso y trágico y volvió a recuperar su rostro anterior. Con Cristo, el hombre recobró la posibilidad de verla como era en un principio: un sereno encuentro de amigos íntimos.
Por eso san Pablo habla de ella como de un dormirse en
Cristo (1 Cor 15, 18); dice que prefiere salir de esta vida para
vivir con el Señor (2 Cor 5, 6); y que para él la vida es Cristo, y
la muerte una ganancia (Flp 1, 21).

Desde entonces, miles y miles de cristianos, a lo largo de
la historia, han afrontado la muerte con tranquilidad y ale-
gría. Cuanto más cerca está uno de Dios, menos temor expe-
rimenta frente a la muerte. Porque sabe que ésta ya no es más
“muerte”, sino una luminosa salida hacia el abrazo final y eterno
con el Dios del Amor.
Jesucristo ya le ha arrancado la máscara aterradora a la
“muerte”. Está en nosotros el volver a concebirla como era
antes. Para que la futura posibilidad de su venida, que a todos
nos aguarda, no amargue, ni angustie, ni entristezca el tiempo
de la espera.
Con razón dice el libro del Apocalipsis: Dichosos los que
mueren en el Señor (14, 13).

bendiciones..........
A.A.V.

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Alexandria, VA
22304

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