10/03/2025
“Reflexion”
Si pudiéramos ver nuestra alma no nos gustaría su aspecto, por eso a Dios le importa más cambiar nuestro interior.
Podemos aparentar ante todos que somos las mejores personas ocultando nuestra verdadera personalidad pero Dios ve el corazón.
Quizás la vida, las malas experiencias nos dejó con el alma vacía, pero hoy Dios quiere sanar nuestro dolor, dándole un nuevo sentido a la vida en su amor. Ven hoy a los brazos de Jesús.
Salmos 63:1
Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti;
todo mi ser te anhela, cual tierra seca, sedienta y sin agua.
Introducción
Muchas veces nos preocupamos por cómo nos ven los demás: nuestra imagen, reputación o apariencia externa. Sin embargo, si pudiéramos ver el estado real de nuestra alma, tal vez no nos gustaría su aspecto. Dios no se fija en lo exterior, sino en lo que hay dentro de nosotros.
Él desea transformar nuestro corazón, sanar nuestras heridas y llenar nuestro vacío con su amor.
1. Dios mira el corazón, no las apariencias
Podemos aparentar ante todos ser buenas personas, pero Dios conoce lo más profundo de nuestro ser. Nada podemos ocultarle. Él ve nuestras intenciones, pensamientos y motivaciones. Lo que para otros puede parecer perfecto, para Dios tal vez necesita ser restaurado. Por eso su prioridad no es nuestra imagen, sino nuestro corazón.
> “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” — 1 Samuel 16:7
2. Las heridas del alma necesitan sanidad
Las experiencias difíciles, el rechazo o el pecado pueden dejar nuestra alma vacía y herida. Muchos siguen caminando así, intentando llenar ese vacío con cosas pasajeras. Pero solo Dios puede sanar completamente el alma quebrantada y devolverle el propósito perdido.
> “Él sana a los quebrantados de corazón,
y venda sus heridas.” — Salmo 147:3
3. Solo Dios puede saciar el alma sedienta
El alma sin Dios es como tierra seca, sin vida. Cuando reconocemos nuestra necesidad espiritual y buscamos su presencia, Él sacia nuestra sed con su amor, nos renueva y nos da verdadera paz. Buscar a Dios debe ser un anhelo constante, como lo expresó el salmista en Salmos 63:1.
> “Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti.”
Conclusión
Dios no quiere una apariencia religiosa,
sino un corazón sincero y dispuesto a ser transformado. Si hoy te sientes vacío, cansado o herido, corre a los brazos de Jesús. Solo Él puede restaurar lo que se ha roto y llenar tu vida de propósito. Deja que su amor te renueve desde adentro, y entonces tu alma reflejará la belleza
de su gracia!!!