12/19/2025
En el Antiguo Israel, el Urim y el Tumim formaban parte del ḥōšen mišpāṭ (חֹשֶׁן מִשְׁפָּט), el llamado “pectoral del juicio” que llevaba el sumo sacerdote (Éxodo 28:30).
El texto hebreo no describe su forma, ni su material, ni su mecanismo. Solo indica que estaban “sobre el corazón” del sacerdote y que funcionaban como instrumentos para obtener una respuesta divina en decisiones de alto impacto.
Su uso está legislado explícitamente en la Ley, dentro del sistema cultual oficial de Israel.
- Urim (אוּרִים) deriva de ’ôr (אוֹר), “luz” o “iluminación”.
- Tumim (תֻּמִּים) proviene de tāmim (תָּמִים), “integridad”, “perfección” o “completitud”.
Por eso suelen traducirse como “Luces y Perfecciones”, aunque el hebreo apunta más a una función que a una cualidad mística: claridad e integridad en el juicio.
Los textos que los mencionan (Éx. 28:30; Lev. 8:8; Núm. 27:21; 1 Sam. 28:6; Esd. 2:63) muestran que eran un medio para consultar la voluntad divina, especialmente en asuntos de guerra, liderazgo y decisiones nacionales.
La Biblia no los presenta como piedras mágicas. En términos históricos, funcionaban como un sistema oracular aprobado, probablemente relacionado con el uso de suertes o piezas físicas cuyo resultado se interpretaba como respuesta divina.
Es decir, una forma antigua de lot oracular, donde el “azar” no era entendido como casualidad, sino como expresión de la soberanía de Dios (cf. Prov. 16:33).
El uso de métodos sacralizados de sorteo para consultar a la divinidad era común en el mundo antiguo.
Babilonios, hititas y egipcios practicaban lo que hoy se llama “adivinación legal”, donde los dioses paganos revelaban su voluntad mediante objetos rituales.
Israel no inventa el método, pero sí lo redefine teológicamente:
la respuesta no proviene de múltiples deidades caprichosas, sino del único Dios justo. Por eso el objeto se llama pectoral del juicio (mišpāṭ), no pectoral de revelación ni de poder.
Tras el exilio babilónico, el Urim y el Tumim desaparecen del culto israelita (Esd. 2:63).
No hay registro de su restauración en el Segundo Templo.
Su ausencia marca un cambio decisivo:
el paso de una revelación mediada por objetos rituales, a una revelación entendida a través de la Torá escrita, la voz profética y la interpretación sapiencial.
La teología cristiana posterior reinterpretó el Urim y el Tumim de forma tipológica:
Cristo como “luz” (Urim): la iluminación divina encarnada.
Cristo como “perfección” (Tumim): la plenitud de la voluntad de Dios.
En resumen
El Urim y el Tumim fueron instrumentos antiguos de discernimiento, no dice si eran de piedra ni se menciona el materia, l no era. amuletos ni objetos místicos.
Expresaban la convicción de que Dios podía responder en una necesidad específica.
Su desaparición no fue una pérdida, sino una transición:
de una religión oracular a una religión de palabra, donde la revelación ya no depende de objetos, sino del entendimiento, la justicia y la interpretación responsable del texto.