11/20/2025
François Rabelais, médico, diplomático, cura franciscano francés tornado monje benedictino y gran crítico de la Iglesia Católica del Medioevo Tardío, es famoso por la popular novela satírica que escribiera en 1532, titulada Pantagruel. En ella, Rabelais relató las desventuras de un gracioso y patético gigante, en el ingenio picaresco de su autor, hijo de otro voluminoso ser llamado Gargantúa, personaje similar que imaginara dos años más tarde con gran acogida del reducido público que en el 1500 tenía acceso y educación suficiente como para leer tan indocta literatura. Los que no estaban encantados con su obra eran los catedráticos y teólogos de La Sorbonne, el colegio teológico más prestigioso del mundo occidental en aquella época, luego transformado en la famosa universidad parisina. Argumentaban sus detractores que Rabelais, haciendo honor fonético a su apellido, se revelaba contra las normas y el falso decoro de conservadores y religiosos, mofándose de dogmas y rituales típicos del catolicismo medieval. Su crítica de la Iglesia Romana, su señalamiento acusatorio de la corrupción que imperaba en la época, la hipocresía de la curia y lo que consideraba era un monasticismo sin sentido y lejano de un modelo de vida sencillo que el autor consideraba más auténtico –con énfasis en la hermandad entre los seres humanos y el valor del humanismo más allá de cualquier afiliación religiosa–, eran anatemas que en otros países –o sin las imprescindibles alianzas de reyes o príncipes que toleraban al francés–, le hubiera costado la cabeza.
Articulo Completo: https://www.denorteasur.com/opinion/pantagruel-y-diogenes/