11/26/2025
Un día vas a una tienda y ves un par de zapatos fabulosos, tan lindos, tan altos, tan brillantes, tan coloridos, tan diferentes.👠👡 Y pides tu talla pero resulta que no hay.
Así que te pruebas otro número, uno más pequeño.
No es el tuyo pero quizá funcione. Te miras al espejo y ... ¡wow! En realidad son los zapatos más bonitos que has tenido simplemente te encantan te ves genial y además están en rebaja.
Pero hay una sola cosita: te aprietan. No mucho, sólo un poco. Aún así, decides llevarlos. No te aprietan tanto y te gustan demasiado, que pones en la balanza los pros y los contras y los compras.
El primer día los usas bien. Tus pies terminan un poco cansados pero lo toleras. Los días siguientes te aprieta y ya duelen tus dedos. 😢 Pero los amas así que sigues usándolos... Te ves fabulosa.
Pasan los días y ya tienes ampollas, tus deditos apretados, ya ni puedes caminar bien, pero te gustan tanto que no quieres dejar de usarlos. Hasta que un buen día tus pies dicen: ya no más! Y como el cuerpo es sabio (más que nosotros) tus pies se hinchan para que ya no puedas someterlos a la tortura de esos maravillosos zapatos. Ya no te quedan.
No hay manera de que te entren los zapatos. Lo intentas, los aflojas, encoges el pie, te los pones a medias y nada. Lloras, reniegas, y nada. 😭
Esos zapatos nunca fueron de tu talla, lo sabías. Quisiste creer que a lo mejor con el tiempo cambiarían de talla, se ajustarían a ti, se amoldarían a tus pies. Fingiste demasiado bien que no te apretaban, con la esperanza de que si no lo decías desaparecería el dolor de pies. Y luego tienes dos opciones: aferrarte a esos zapatos que no te quedan, ni te quedaron nunca; porque son tan bonitos, y te gustan tanto les tienes mucho apego...
Así que los guardas por si algún día te quedan (si sabes que tu pie no va a encoger por arte de magia?) Que quieres que te lastimen un poquito, siempre podrás ponerte un curita o fingir que no te duele. O dejarlos ir! Les agradeces haber sido unos zapatos tan lindos para tí, que te hicieron lucir fabulosa y los tiras o los regalas. No te quedarán nunca y ya lo aceptaste! El dolor de tus piecitos te enseñó que debes siempre comprar tu talla, no otra.
Aprendiste que si te duele debes curar tu ampolla, y dejar de hacer eso que te lastima.
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