05/17/2025
✨La vida nos obliga a decidir.
Y a veces, las decisiones duelen porque no hay una opción que no deje huella.
Ser buena madre. Ser buena hija.
Dos papeles que nacen del amor, pero a veces se cruzan como trenes en la misma vía.
Ser buena madre es proteger, es guiar, es sembrar raíces.
Ser buena hija es honrar, cuidar, acompañar los últimos capítulos de quien nos dio el prólogo.
Ambos roles piden lo mismo: presencia, entrega, corazón.
Pero el día llega —y llega para todos— en que los dos te reclaman al mismo tiempo.
Con el mismo grado de necesidad. Con el mismo n**o en la garganta.
Tu hijo necesita que estés con él en su primer paso valiente.
Tu madre necesita que estés con ella en su última celebración consciente.
Ambos te miran con los ojos de quien confía.
Ambos te llaman "mi persona".
Y tú… ¿a quién no le fallas?
No hay decisión sin dolor.
Porque amar es eso: tener que elegir entre dos amores.
Pero ahí, justo ahí, descubres quién eres.
No por a quién eliges… sino por por qué lo haces.
💔 AHORA IMAGÍNALO ASÍ:
Tu madre, internada, 75 años, diagnosticada con un aneurisma cerebral.
Los médicos te llaman: “Vamos a operar. Puede que no despierte. Sería bueno que esté con alguien de la familia.”
En ese mismo instante, entra otra llamada:
Tu hijo de 9 años acaba de ser atropellado. Fractura craneal. Está siendo llevado de urgencia a otro hospital.
Ambos en quirófano. A la misma hora. En extremos opuestos de la ciudad.
Solo puedes estar en un lugar.
Ninguno lo sabrá, pero tú sí.
Y vivirás con esa decisión para siempre.
🙋♀️ Dime... si tu madre y tu hijo están a entre la vida y la muerte,
los dos en quirófano, los dos esperando tu mano, tu voz, tu despedida o tu esperanza...
¿A quién eliges acompañar?