
05/03/2025
Un matrimonio largo es como un árbol fuerte.
Las raíces se entrelazan bajo tierra, invisibles, silenciosas, pero profundas.
Y aunque vengan tormentas, siguen firmes, porque crecieron una al lado de la otra.
Nosotros echamos raíces juntos.
Y de ese amor nacieron ramas: hijos, nietos, memorias que ahora florecen cada vez que hablamos del pasado.
La costumbre no mató al amor, lo transformó.
Lo volvió más sereno, más sabio, más duradero.
Una caricia leve en el hombro, un “¿ya comiste?”, un té servido sin pedirlo.
Así se construyó lo nuestro.
No con promesas grandiosas, sino con actos diarios y sinceros.
Y hoy, cuando ya no corremos… nos seguimos esperando.