06/11/2025
Queridos hermanos y hermanas,Hoy levanto mi voz no para señalar, sino para invitar a la reflexión. Vivimos tiempos de desafíos, donde muchas personas dejan atrás sus hogares, sus raíces y sus recuerdos en busca de un futuro mejor. En ciudades como Los Ángeles, tierra de esperanza para miles, se entrecruzan culturas, lenguas, historias y sueños. Pero también, lamentablemente, estamos viendo cómo algunos convierten esa esperanza en conflicto, esa oportunidad en destrucción.Quiero hablar claramente: *no es justo, no es digno, y no es correcto destruir lo que no es nuestro*. No venimos a tierras ajenas a imponer, sino a integrarnos, a aprender, a sumar. Cuando causamos daño en un país que nos ha abierto sus puertas, no solo traicionamos la confianza que se nos ha brindado, sino que también manchamos el nombre de nuestra propia tierra de origen.Estados Unidos, y particularmente ciudades como Los Ángeles, han sido refugio, trampolín y nuevo hogar para millones. Las luchas sociales existen, claro que sí. Las injusticias también. Pero *la violencia y el vandalismo nunca han sido camino hacia el respeto*. Romper, incendiar, atacar… eso no construye nada. Solo aleja a quienes sí quieren avanzar, sí quieren trabajar, sí quieren vivir en paz.Debemos recordar que el respeto empieza por nosotros mismos. Si exigimos derechos, también debemos cumplir con nuestros deberes. No se trata de callar frente a lo que está mal, pero sí de alzar la voz con dignidad, con inteligencia y, sobre todo, con paz.A quienes están causando disturbios: piensen en sus familias, en sus comunidades, en el ejemplo que están dando. No dejemos que unos pocos definan cómo se ve nuestra cultura. Nosotros somos más que eso: somos trabajadores, luchadores, soñadores. No permitamos que la destrucción hable por nosotros.Y a quienes están preocupados o heridos por lo que ven: sepan que muchos estamos del lado de la paz, del respeto, de la construcción de puentes y no de muros. Los actos de unos no definen a todos.Los pueblos crecen cuando se entienden, no cuando se enfrentan. Que Los Ángeles no sea una ciudad dividida por el miedo, sino una ciudad unida por el respeto mutuo.