
06/27/2025
La Vida No Necesita Permiso Para Existir.
Nadie la sembró con intención. Nadie la regó con frecuencia. Solo apareció una primavera, asomándose tímidamente desde una grieta en la cornisa de una casa antigua. Para muchos, era solo una flor más. Para la naturaleza, era una señal.
Esta bugambilia. Pequeña al principio, casi invisible, fue tenaz. Mientras todos seguían sus rutinas, mientras la ciudad rugía con su ruido y velocidad, ella crecía en silencio, aferrándose a la pared, aprendiendo a doblarse con el viento sin romperse.
Pasaron los meses. El sol la endureció, la lluvia la alimentó, y la brisa le enseñó a danzar.
Un día, sin previo aviso, descendió como una cascada de flores encendidas, tiñendo de rosa intenso esta fachada. Era imposible no verla. La gente empezó a detenerse. Algunos tomaban fotos. Otros solo se quedaban en silencio, observando cómo esa planta transformaba un rincón olvidado en algo hermoso.
Pero lo que pocos sabían, era que esta Bugambilia estaba enseñando. No con palabras, sino con presencia. Nos recordaba lo que habíamos olvidado:
Que la naturaleza no necesita permisos para sanar.
Que incluso entre cemento y ladrillos, puede abrirse camino.
Que donde nosotros vemos obstáculo, ella ve oportunidad.
Y que lo más hermoso no es lo que controlamos, sino lo que dejamos ser.
Un anciano que vivía en esa casa solía decir:
—La bugambilia me recuerda que no todo lo valioso es planificado. A veces, lo que más necesitamos es aquello que simplemente aparece, resiste… y florece.
Y tenía razón.
La planta siguió creciendo. No pidió agua, ni cuidados especiales. Solo respeto. Y con cada pétalo que caía al suelo, nos dejaba un mensaje más:
la naturaleza no es adorno, es maestra.
Desde entonces, esa esquina no fue solo una esquina. Fue un altar del verde y el magenta, un monumento vivo a la resistencia de la vida. Y quienes pasaban por allí, aunque no supieran por qué, sentían algo cambiar en su interior.
Porque en un mundo que corre, la bugambilia nos pidió detenernos.
En un mundo que consume, nos pidió contemplar.
Y en un mundo que olvida, ella nos pidió recordar.
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