25/07/2025
La Vida se fue en Susurros, no en Gritos
"Se me fueron los años... y ni cuenta me di." Qué doloroso eco resuena en esas palabras, ¿verdad? Como si la vida, en lugar de desvanecerse en un estruendo, lo hubiera hecho en un silencio ensordecedor.
Se fueron mientras las manos enjabonaban platos, mientras la mirada buscaba la de tus hijos, mientras tu propia voz interior, tus ganas, se apagaban, gota a gota, sin que el mundo, el tuyo o el de ellos, lo notara.
Entre el eco helado de silencios incómodos, el vacío de camas frías y la triste realidad de cafés olvidados que jamás se bebieron, te fuiste desdibujando.
Aguantando nudos en la garganta, forzando sonrisas cuando el alma gritaba, susurrando "todo está bien" cuando el mundo se caía a pedazos dentro de ti.
El Precio de Sostener a los Demás
Te convertiste en el pilar, la roca inamovible. La que siempre tiene una solución, la que abre los oídos para escuchar cada lamento, la que sostiene el universo ajeno.
Pero, ¿quién te sostuvo a ti, con tus propias grietas y tu cansancio? Nadie. En la soledad de tu fortaleza, esa pregunta quedó suspendida en el aire, sin respuesta.
Y un día, la verdad te golpeó suavemente, sin estruendo, frente al espejo. No hubo lágrimas. Ya no quedaban. Solo un inmenso y agotador cansancio, una certeza tan profunda que ya no era tristeza, era hastío.
El Grito Silencioso de la Dignidad
A tus casi setenta, cuando el mundo cree que los huesos duelen y el espíritu flaquea, sentiste cómo algo, muy dentro de ti, se ponía de pie. La dignidad. Esa compañera olvidada, escondida bajo capas de renuncia y sacrificio, que resurge con una fuerza que ni tú misma recordabas que poseías.
Y con la voz que por fin se permitió resonar, dijiste Basta.
Basta de ser el eco de las expectativas ajenas.
Basta de ser la última en la lista, borrada, invisible.
Basta de aguantar por la inercia de la costumbre, por el miedo al juicio.
Basta de sentir que quejarse es una debilidad, una falla.
Tu Propia Primavera
No más.
Ya no te interesa encajar en el molde que otros crearon para ti. Ahora, solo te importa la mujer que florece desde tus propias raíces. La que se ríe a carcajadas cuando el alma lo pide, la que dice "no" con la tranquilidad de quien se sabe dueña de su tiempo, la que se atreve a ponerse en primer lugar, aunque la voz de la duda susurre que "es tarde".
Pero no lo es. Nunca lo es.
Y si la vida te da esta preciosa oportunidad de empezar de nuevo, esta vez será con tu propia melodía, tu propio ritmo. Será a tu manera.