03/05/2023
Cuando “de repente” sentimos un dolor, o recibimos una mala noticia; solemos orar y/o pedimos oración y esperamos un milagro.
Y aunque eso está bien. Nuestra oración también debería incluir:
Señor ¿porqué me está pasando esto?
¿Hay algo que debo dejar de hacer?
¿Hay algo que me quieres enseñar?
¿Hay algún propósito en esto?
Los dolores en el cuerpo, son avisos, señales, de que algo está descuidado o mal tratado y necesita atención.
Por lo que desaparecer un dolor, lejos de ser un “milagro”, podría ser una imprudencia, sino se ataca el problema de raíz.
Un dolor en el riñón por ejemplo, nos podría estar diciendo:
¡Hey! ¡Levántate! Tienes que hacer ejercicio.
O ¡Debes tomar más agua y menos café!
O ¡Tienes que alimentarte mejor
La oración es importante, pero también debe ser madura, prudente y responsable.
“Señor… ¿qué estoy haciendo mal?
Señor… perdóname porque sé que he descuidado mi cuerpo… he comido irresponsablemente…”
Reconocer nuestras faltas y comprometernos a andar por el camino correcto, es parte de una oración madura.
Por otra parte, la Palabra dice que “al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”.
Por lo que un padecimiento también podría ser, un llamado de atención, no porque se esté haciendo algo mal… sino, porque no se está haciendo algo bueno.
Es decir. No estamos aquí para comer, trabajar, dormir. Comer, trabajar, dormir…
Hemos sido creados para la gloria de Dios… y si no le estamos dando gloria con nuestras vidas… estamos perdiendo el tiempo. Y por lo tanto… estamos pecando.
A veces las crisis nos recuerdan que, no debemos vivir egoístamente sino para servir.
“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”
Mateo 6:33
Puede ser que, el milagro que tanto pides, se añada, llegue, cuando empieces a ocuparte de los negocios del Padre.
“Dios corrige al que ama”
Es decir, Dios porque nos ama, envía o permite situaciones (castigos), que nos regresan al Camino. Que nos ayudan a regresar y andar en las obras que El preparó, para que nosotros andemos en ellas.
En el nombre de Jesús, oremos y pidamos oración. Pero también preguntemos qué necesitamos corregir y cuando la respuesta venga… comprometamos a hacer los cambios necesarios.
¡Dios te bendiga!
Melvin Chacón