12/05/2025
El Cabo Hernández siempre decía que su mayor orgullo no era el uniforme, ni las medallas, ni los reconocimientos.
Su mayor orgullo… era volver a casa y ver cómo su hijo corría hacia él gritando “¡Papá!”
Cada permiso, por corto que fuera, era un regalo.
Hernández era de esos militares que nunca se quejaban, aunque el cansancio se les notara en los ojos.
Había noches en las que dormía solo dos horas antes de volver a salir a patrullar.
Pero él siempre decía:
“Mientras mi familia esté bien, todo vale la pena.”
Un día, le tocó salir a una operación que parecía rutinaria.
Nada especial, nada diferente.
De esas que los soldados hacen sin imaginar que podría ser la última.
Antes de irse, su esposa le marcó por videollamada.
Él contestó sonriendo, pero la sonrisa se le quebraba poquito… como si su corazón presintiera algo.
—Cuídate mucho, por favor —le dijo ella con los ojos llenos de amor.
—Siempre, mi vida. Te amo —respondió él, apretando el teléfono como si quisiera abrazarla a través de la pantalla.
Esa fue la última vez que se escucharon.
Horas después, una emboscada inesperada terminó con el silencio del lugar.
Los compañeros de Hernández hicieron todo lo posible… pero él, aun herido, lo único que repetía era:
“Díganle a mi esposa… que nunca dejé de amarla.”
Sus palabras se hicieron más suaves… hasta apagarse.
Cuando el Ejército llegó a la casa de su familia para dar la noticia, su esposa cayó de rodillas.
El mundo se le quebró.
Su hijo, demasiado pequeño para entender, veía el uniforme que entraba por la puerta y preguntaba inocentemente:
“¿Mi papá ya viene?”
En el funeral militar, el viento movía ligeramente la bandera que cubría el ataúd.
Los compañeros formaron en silencio…
Y uno por uno, con un n**o en la garganta, dieron el último adiós al soldado que siempre se esforzó por volver a casa.
Su esposa tocó el ataúd con las manos temblorosas y dijo:
“Tú cumpliste con México… y yo cumpliré con nuestra familia. Pero cómo duele, mi amor… cómo duele.”
Ese día, Acapulco guardó un silencio distinto.
No era el silencio del mar…
Era el silencio de un héroe que se fue antes de tiempo.