05/22/2023
EL JOVEN Y EL GUERRERO
Por Gabriel Astengo
🔴 Relato que narra la historia real de la amistad surgida entre un joven estudiante y un oficial del Ejército Rebelde en los días posteriores al triunfo de la Revolución Cubana. Fue en la histórica Sierra del Escambray, donde los hombres que un día se lanzaron a la lucha contra la dictadura de Batista, tuvieron de nuevo que tomar sus armas para combatir una tiranía mucho más terrible.
Eran los días finales del mes de abril del 2007 y en una apartada Iglesia del suroeste de Miami, un hombre de sienes plateadas y mirada triste, contemplaba un numeroso grupo de personas, que a su llegada, se iban concentrando poco a poco en la entrada del templo. Se iba a celebrar esa tarde una misa en honor de un patriota cubano caído en la Sierra del Escambray muchos años atrás.
Continuaba llegando público, hasta repletar el amplio espacio y todos esperaban pacientemente para entrar. El hombre de las canas de pronto dejó de observar aquella escena y sus recuerdos fueron agolpándose uno a uno y llenando por completo toda su mente.
Corrían los primeros meses de 1959 y un joven sentado en un pequeño muro de una estrecha calle de la Habana Vieja, acariciaba la pelambre de un cachorro de Labrador, cuando de pronto una voz lo interrumpió en su quehacer, preguntándole:
- Oye muchacho, ¿me quieres vender el perro?
El joven, sorprendido ante la inesperada propuesta, alzo el rostro y se encontró frente a el, un hombre de mediana estatura, relativamente joven, que con uniforme militar de color verde olivo y grados de capitán, le sonreía y observaba, esperando una respuesta.
El muchacho se quedó por unos momentos pensativo, pero reponiéndose rápidamente de su asombro, le respondió al militar:
- Bueno, no te lo vendo, pero si te lo cambio por un “clip” de tu fusil.
- Trato hecho, pero con la condición de que no puedes jugar con las balas, ya que es sumamente peligroso, le advirtió el capitán.
- Si, contestó el joven de manera presurosa y ocurrió el intercambio.
Desde ese momento comenzó a forjarse una gran amistad entre ambos a pesar de la diferencia de edades.
El oficial del Ejército Rebelde en cuestión, visitaba varias veces por semana a su hermana, una laboriosa y humilde mujer, nombrada Regla, la cual ganaba su sustento lavando y planchando ropa en esa humilde barriada de la Habana Vieja.
Aquella señora conocía desde niño al joven y ambos se profesaban un gran cariño. En numerosas ocasiones durante las visitas del capitán a su hermana, almorzaban juntos los tres, oportunidad que aprovechaba el joven para pedirle al oficial, le narrase algunos episodios de la lucha insurreccional recientemente librada.
En aquellas anécdotas llamaba profundamente la atención, que aquel militar, jamás denigraba a los vencidos de aquella lucha fratricida y muy por el contrario, se dolía de la sangre derramada entre hermanos.
Quiera Dios esto no vuelva a ocurrir jamás en Cuba, repetía con tristeza.
Lamentablemente no fue así. Unos meses más tarde, la revolución cubana fue traicionada en sus ideales originales y muchos de aquellos hombres que habían combatido la dictadura anterior, empuñaron de nuevo sus armas y se lanzaron a la lucha, ahora contra una incipiente tiranía que respondía a intereses foráneos. Entre aquellos hombres se encontraba también el aguerrido capitán.
El joven por su parte, comenzó a combatir dentro de las filas estudiantiles, en contra de la dictadura pro-soviética de Fidel Castro.
Fueron años difíciles y sangrientos. Toda Cuba se hallaba en pie de guerra. El Escambray volvía a tronar dignidad y rebeldía.
Un día, el joven aquel supo, que su amigo el capitán, por su experiencia y coraje, había sido nombrado Comandante en Jefe de todas las fuerzas rebeldes que luchaban en El Escambray, combatiendo al totalitarismo comunista.
Estando en la clandestinidad, el estudiante se enteró, que el propio tirano, le había ofrecido a su amigo, el reconocimiento a su grado militar y el respeto a su vida, si este descendía de las montañas, para dialogar con él.
El joven se llenó de orgullo cuando supo la respuesta de su amigo al traidor de la Revolución Cubana. “Si Castro quiere dialogar conmigo, que suba al Escambray, que aquí yo lo espero”. De más está decir que el tirano comunista no aceptó la contra-oferta.
Algunos años después, aquel heroico guerrero, caería en Aromas de Velásquez, en esas mismas montañas que tantas páginas de gloria le vieron escribir en desigual lucha.
Un tiempo después, el joven estudiante era capturado por las fuerzas represivas del régimen y con solo dieciocho años de edad, condenado a nueve años de prisión política.
De pronto, una palmada en la espalda, hizo que el hombre de las sienes plateadas, escapara de sus recuerdos. Era su entrañable amigo y compañero de luchas, prisión y destierro, doctor Gerardo Rodríguez Capote.
Vamos que ya la misa va a comenzar, le dijo Rodríguez Capote.
Ambos entraron a la Iglesia y al terminar la ceremonia religiosa, el joven de la historia, ya viejo, pudo al fin abrazar a los hijos y viuda, de su amigo el guerrero. Desgraciadamente, Regla, su hermana, había fallecido unos meses atrás.
Habían pasado cuarenta y ocho largos años y se cerraba así un ciclo histórico.
El guerrero legendario se nombraba, Osvaldo Ramírez, y el joven de esta historia real, era yo.
Gabriel Astengo
Ex-Preso Político Cubano
Causa 374/66