
07/01/2025
Hoy partió un hombre que marcó generaciones. Jimmy Swaggart (1935–2025).
No fue un predicador común. Su voz, su piano, su mensaje... cruzaron fronteras cuando no había redes sociales ni plataformas digitales. En los años 80, millones lo escuchaban cada semana. Literalmente millones. Fue una de las voces más fuertes del Evangelio en su tiempo.
Pero lo que más me impacta de su historia no es su fama, ni la cantidad de gente que lo escuchó, sino lo que vivió después de caer.
Cayó. Lo perdió todo públicamente. El mundo cristiano lo juzgó. Lo descartaron. Lo enterraron en vida.
Pero Dios… no lo soltó.
Y eso me conmueve. Porque mientras muchos lo dejaron solo, el Señor siguió usándolo. Jimmy eligió no quedarse en el suelo. Eligió creer en la gracia cuando todo lo que tenía era vergüenza. Se refugió en el amor de Dios, se dejó procesar, sanar… y siguió.
Nunca volvió a ser el mismo, porque fue mejor. Fue más humano. Más profundo. Más quebrado, sí… pero más lleno de la misericordia que tanto predicó.
No todos lo perdonaron. Pero él aceptó el perdón del Padre. Su familia y su iglesia lo sostuvieron. Lucharon con él. Lo cubrieron. No lo soltaron. Lo defendieron del in****no mismo. Y eso también es Evangelio.
Hoy, a los 90 años, terminó su carrera. Pero su vida no terminó con el escándalo… terminó con una historia de redención.
Y eso lo dice todo.
Gracias, Jommy Swaggart. No solo por lo que hiciste… sino por lo que soportaste, por no rendirte, por recordarnos que la gracia sigue siendo real.
Con Amor
Oscar Vergara