Rosa Reflexiones y datos curiosos.

07/23/2025

Cuando mi hermano decidió comprar una moto tan cara, todos en la familia le dijimos que era mejor ahorrar para una casa. Mi papá incluso le ofreció prestarle parte del din3ro para la cuota inicial de un apartamento pequeño, pero él dijo que no quería “encadenarse” con un crédito. Prefirió gastarse casi todo lo que tenía en una moto costosa, de esas que parecen de lujo, y que para él significaba “libertad”.

La primera semana que la tuvo, invitó a todos a dar una vuelta. Yo fui la única que le dijo que tenía miedo, porque ya había escuchado historias de accid3ntes y porque él siempre ha sido algo imprudente al manejar. Se enojó conmigo y dijo que era una “aguafiestas”, que yo no entendía lo que era vivir la vida sin pensar en el mañana. Mi mamá, aunque callada, se veía decepcionada.

Hace dos meses, la moto quedó dañada por una caída en la que, por suerte, no le pasó nada grave, pero el arreglo le costó caro. Ahora vive en un arriendo que le consume la mitad de lo que gana, sin ahorros, y aún así se niega a venderla. Dice que prefiere estar en un cuarto alquilado con su moto afuera, que vivir “aburrido” en una casa pagando cuotas.

A veces lo miro y pienso que no entiende la diferencia entre un capricho y una meta. Mientras yo ahorro para comprar algo propio, él vive el día a día como si nada le importara. Y lo peor es que, aunque no lo diga, sé que espera que si un día se queda sin din3ro, mis papás o yo salgamos a sacarlo del problema.

07/23/2025

¿Soy mala hija?
Cuido de mi padre de 90 años en mi casa, y mi hija, que recién se separó, vive conmigo. También la ayudo con su bebé de tres meses mientras ella trabaja.

Me invitaron a la boda de la hija de mi hermano, pero le dije que no pensaba llevar a nuestro padre porque eso implica llevar la silla de ruedas, además de que ya no tengo carro. Le dije que sí llevaría a mi hija, y se molestó por dejar a mi papá solo en casa. Me preguntó si no sentía remordimiento por dejarlo. 🥹

Ese hermano tiene carro, su esposa tiene carro, sus hijos también tienen cada uno su carro. Mi otro hermano también tiene carro, al igual que todos sus hijos. Cuando he tenido que llevar a nuestro padre a consultas médicas, mi hijo es quien me lleva, pero casualmente a él no lo invitaron porque “no había mucho presupuesto”. 🙄 No quiero molestarlo para ir a una fiesta a la que ni siquiera lo invitaron.

La fiesta es en un mes y ya no sé si ir o no, porque sé que me pondrán mala cara. Mi hija me dice que sí vaya, que siempre estoy encerrada en casa. Si a ellos no les preocupa su padre, porque ni lo visitan, ¿por qué ahora sí se preocupan de que no lo lleve? 🤨
¿Estoy mal?

07/22/2025

Mi mamá me tuvo a los 16, así que ahora que tengo 18, ella tiene 34. Desde que cumplí la mayoría de edad, empezó a comportarse más como mi amiga que como mi mamá. Se pinta el pelo igual que yo, me copia el color de uñas, hasta la forma en que me maquillo. Al principio pensé que era chistoso, hasta que vi que iba más allá. Un día compré un vestido ajustado para una fiesta y cuando llegué a casa, ella lo tenía puesto tomándose selfies en el espejo, lueg subió la foto con la frase: “Lista para romper corazones.”

Yo no decía nada, pero todo empeoró cuando abrió TikTok. Empezó a hacer bailes y etiquetarme. Mis amigos me escribían: “¿Esa es tu mamá?” y yo me caía de pena. Le pedí que bajara el tono, que era raro, y ella respondió: “Ay, no seas anticuada, hay que estar en tendencia.” Hasta que llegó el punto más ridículo: se metió a mis chats y le habló a uno de mis amigos, haciéndose pasar por mí. Cuando me enteré, me enojé.

Me enfrenté a ella y le dije que dejara de invadir mi vida. Se molestó y me gritó que era una “malagradecida” porque todo lo que hace es para sentirse joven y feliz. Le respondí que se buscara amigas de su edad, y ahí vino lo peor: “¿Tú crees que porque soy tu mamá no puedo competir contigo?” Me quedé helada. Nunca pensé escuchar eso de ella.

Una tarde me conecté a jugar en línea, como siempre, y ahí estaba ella, en la misma sala, con un perfil nuevo. Me escribió por el chat interno: “Hoy sí te voy a ganar.” Yo pensé que era broma, hasta que empezó a seguirme a todas partes, a molestarme en las partidas y a comentarle a mis amigos cosas como: “¿Quién quiere salir conmigo?” Cuando vi eso, apagué todo y fui a buscarla.

Entré a su cuarto y la encontré con mis audífonos puestos, riéndose como una niña. Le grité que estaba cruzando todos los límites. ¿Sabes qué hizo? Me dijo: “Relájate, esto es un juego.” Pero yo sé que no es un juego. Desde ese día no le presto nada, no la dejo tocar mi ropa y bloqueé su cuenta de mis redes. Aún no entiendo en qué momento dejó de ser mi mamá para querer convertirse en mi competencia.

07/22/2025

Hace tres semanas, mi vecino me pidió que le cuidara su perro por un día porque debía viajar por trabajo. Acepté porque el perro siempre me pareció tranquilo. Sin embargo, en la noche, mientras lo paseaba, una mujer se acercó corriendo y empezó a gritarme: “¡Ese perro es mío, me lo quitaron hace meses!” Me quedé congelada sin entender qué pasaba.

La mujer me mostró en su celular varias fotos y videos del perro en su casa, con la misma mancha en el lomo y hasta un collar idéntico. Me juró que tenía la d3nunc!a puesta. Yo no sabía qué decir, así que la calmé y le pedí que me diera unos minutos para llamar a mi vecino y aclarar.

Cuando lo llamé, se puso nervioso. No supo responder cómo consiguió al perro y me pidió que “no escuchara locuras”. La mujer, viendo mi cara de duda, me enseñó el número de chip que coincidía con el del perro. Fue ahí cuando entendí que algo no estaba bien.

Ahora mi vecino me reclama porque “lo traicioné” devolviendo el perro a su dueña, pero ¿qué debía hacer? Él ya ni me saluda.

07/22/2025

Soy una mujer de 44 años con dos hijos adolescentes. Estoy separada y cargo con todos los gastos de ellos; el papá de mis hijos ayuda una vez al año o cuando se le antoja. Estuve sola 7 años. Hace 4 conocí a un hombre más joven (actualmente tiene 33). Comenzamos una relación de solo encuentros privados y salidas ocasionales; hace unos 7 meses decidimos vivir juntos.

El problema es que es demasiado, pero demasiado celoso y posesivo. Hace unos días le dije que se fuera de la casa. Estoy con los achaques de la premenop@usia y no quiero tener int!m!dad; en eso él no me exige porque es di@bético y tiene sobrep3so. Aun así, su inseguridad me tiene harta.

Trabaja de noche y, en el día, mientras duerme, quiere que yo esté pegada a él; que no me levante de la cama hasta que él se levante; que casi no hable con mis dos hijos. No sé qué hacer. Se fue de la casa porque se lo pedí, pero lo extraño… y a la vez no.

En lo económico me ayuda, pero no mucho. Y ya no sé qué diablos quiero. Dice que me ama; desde que vivimos bajo el mismo techo no sale, no bebe; es buen hombre, pero demasiado controlador y celoso. No sé si terminar al 100 % o seguir. Seguimos en comunicación, pero no nos vemos ni por videollamada.

07/22/2025

Cuando abrí el buzón y vi un sobre blanco con mi nombre escrito a mano, no sospeché nada. Era una invitación elegante, con un lazo dorado. Lo abrí y quedé helada. Era la invitación de boda de mi amiga. El problema no era la boda, sino el nombre del novio: mi ex, el hombre con el que estuve casi seis años.

Me senté en el sofá con las piernas temblando. No podía creerlo. Ella sabía todo de esa relación: cada pelea, cada lágrima, cada sueño que tuve con él. Fue ella quien me consoló cuando me dejó. Nunca, ni una sola vez, me dijo que hablaba con él o que se habían vuelto a encontrar.

Lo llamé de inmediato, pero su número ya no existía. Busqué en redes sociales y vi que me había bloqueado. A ella también le escribí: “¿Esto es una broma?” No respondió. Solo dejó el visto en mi mensaje. Ahí entendí que era real.

Pasaron tres días sin saber nada. Entonces, recibí una foto en el grupo de amigas: mi amiga, con mi ex, en una sesión de fotos de compromiso. Las demás le comentaban “qué hermosa pareja”.

Decidí ir a su casa. Toqué el timbre y fue su madre quien me abrió. Me miró con incomodidad y dijo: “Será mejor que no la busques ahora.” Le pregunté si sabía algo de la boda. Bajó la voz y me dijo: “Ellos están juntos desde hace un año. Ella no quiso contarte.” Sentí una punzada en el pecho.

Un año… Eso significaba que mientras yo aún estaba sanando, ellos ya salían juntos. ¿Cuántas veces me dio consejos para “olvidarlo”, mientras ella estaba con él a escondidas? Me sentí usada, burlada.

Esa noche no dormí. Tenía dos opciones: fingir que no pasaba nada o enfrentarla. Al día siguiente la llamé desde el teléfono de mi hermana. Contestó. Lo primero que dijo fue: “No hagas un drama, las cosas pasan por algo.” Casi se me rompe la voz.

Le recordé todas las veces que me abrazó cuando él me dejaba llorando. Me dijo que no era su culpa enamorarse, que el amor no se elige. “Si tanto lo querías, ¿por qué no luchaste por él?” Me ardieron los ojos de rabia.

No fui a la boda. Rompí la invitación y la tiré a la basura. Pero el día del evento, mis redes se llenaron de fotos. Fue como revivir mi peor duelo.

Desde ese día, dejé de hablarle. Ella intentó llamarme una semana después. No contesté. Me escribió: “Espero que algún día me entiendas.” La bloqueé. No hay nada que entender cuando te traiciona la persona que más conocía tu historia.

Mis demás amigas dicen que exageré, que el pasado quedó atrás. Pero no es el pasado, es la forma. Pudo contarme. Pudo ser honesta. Prefirió la mentira y el silencio. Eso jamás lo perdonaré. A esas amigas también las alejé pues sabían todo y no me dijeron.

07/21/2025

Me enamoré de mi secretaria desde el primer día que entró a la oficina. No fue algo que busqué, simplemente ocurrió. Su forma de trabajar, su risa, incluso la manera en que organizaba mi agenda, además era ingenua y preciosa. Me hizo sentir algo que no debería. Yo estaba casado y siempre lo he respetado, por eso decidí guardar silencio.

Durante un año la amé en secreto. Me sabía sus gestos de memoria, como cuando se recogía el cabello con un lápiz o cuando se ponía nerviosa en las reuniones. A veces quería decirle algo más personal, pero me detuve. No podía cruzar esa línea, porque sabía que mi esposa no merecía eso, aunque mi corazón estuviera dividido.

Un día me contó que estaba saliendo con alguien. Yo sonreí como si nada, pero sentí una punzada en el pecho. Con el tiempo me dijo que se casaría. Le regalé algo pequeño para su boda y me limité a felicitarla como un jefe cualquiera. Fue la despedida más difícil de mi vida cuando anunció que se mudaría a otra ciudad con su esposo.

Nunca supo lo que sentí. Guardé mis emociones como un secreto, como una historia que solo yo conozco. A veces veo su puesto ocupado por mi actual secretaria, y recuerdo esos días. No es amor lo que siento ahora, creo que es nostalgia de lo que nunca fue.

07/21/2025

Qué opinas?

07/21/2025

Mis papás siempre fueron un ejemplo para mí. Ambos eran profesores, dedicados a su trabajo y a nuestra familia. Durante años los vi apoyarse mutuamente, pasar tardes enteras preparando clases, corrigiendo exámenes y planeando proyectos juntos. Nunca imaginé que, ahora que están jubilados y pasan más tiempo en casa, mi mamá me diría algo tan frío como: “Me quiero separar de tu papá porque ya me aburrí de él.”

Al principio pensé que era una broma o una frase dicha en un momento de enojo, pero no. Mi mamá hablaba en serio. Dijo que ya no siente nada, que convivir todo el día con él es como estar con un desconocido. Antes, las horas que pasaban en sus colegios les daban tiempo para extrañarse, pero ahora cada día parece una repetición: desayuno en silencio, televisión en la tarde, y discusiones por cosas pequeñas, como qué canal ver o si la comida está bien hecha.

Intenté hablar con mi papá, pero él parece no darse cuenta de la gravedad del asunto. Me dice que esas cosas son normales, que con los años el amor cambia, y que “eso de aburrirse” es algo que pasa, pero que se supera. Lo veo cansado, como si temiera quedarse solo, como si prefiriera aceptar todo antes que enfrentar la idea de una separación. Mi mamá, en cambio, se ve decidida, con esa mirada de alguien que ya tomó una decisión firme.

Lo más duro es escucharla decir que quiere “volver a vivir”, como si estos años con él hubieran sido una especie de jaula. Me duele, porque no hablo solo de mis padres, hablo de toda una vida juntos. He visto sus fotos de jóvenes, las cartas que se enviaban cuando eran novios, las cosas que construyeron en pareja. Me pregunto cómo se puede pasar de tanto amor a un simple “me aburrí.”

No sé qué pasará. Siento que nada de lo que diga servirá para que ella cambie de opinión. Tal vez se separen y cada uno busque su manera de vivir estos años que les quedan, o tal vez algo los haga volver a mirarse como antes.

07/21/2025

Cuando tenía 16 años, él fue mi primer amor. Éramos dos adolescentes soñando con un futuro juntos, pero la vida nos separó. Mis padres decidieron mudarse a otra ciudad. Cada quien siguió su camino. Yo me casé, tuve una hija y luego me divorcié. De él no supe nada más, salvo que se había ido a estudiar a otra ciudad y que nunca volvió al barrio. Pasaron veinte años sin cruzarnos ni una sola vez.

Hace dos años, una amiga en común lo mencionó y me dio curiosidad buscarlo en redes sociales. Me temblaron las manos cuando vi su nombre. Le escribí un mensaje corto, sin esperar respuesta: “¿Te acuerdas de mí?” Me contestó a los pocos minutos con un “¿Cómo olvidarte?” Desde ese día, volvimos a hablar como si nunca hubieran pasado los años. Me contó que nunca se casó, que había vivido en varias ciudades por trabajo, y que siempre se preguntó qué fue de mí.

Al principio, sentí muchas dudas. Pensaba: “¿Y si ya no es el mismo? ¿Y si idealicé lo que tuvimos?” Pero cuando nos vimos por primera vez, fue como si el tiempo se hubiera detenido. Me recogió en el aeropuerto y, al verlo, supe que mi corazón aún lo reconocía. Pasamos horas hablando, poniéndonos al día de todo lo que habíamos vivido.

La relación fue creciendo de manera natural, sin forzar nada. Era extraño sentirme tan feliz con alguien que conocí cuando era apenas una jovencita. Hubo momentos en los que tuve miedo de que el pasado nos jugara en contra, pero él me demostró que quería estar conmigo en mi presente, con mis cicatrices y mi hija. Me pidió matrimonio en el mismo parque donde nos dimos nuestro primer beso hace más de 20 años.

Hoy estamos casados y, aunque la vida nos separó durante tanto tiempo, siento que todo fue para reencontrarnos en el momento justo.

07/21/2025

Hace tiempo que siento que el amor por mi esposa se apagó, y no porque haya otra persona, sino por sus acciones. Al principio de nuestro matrimonio, intenté justificar su carácter fuerte, pero con los años se volvió insoportable. Es grosera, le gusta pelear por todo y cualquier cosa es motivo para levantarme la voz. Ambos trabajamos, pero cuando llegamos a casa, soy yo quien termina haciendo los oficios. Ella dice que está “cansada”, pero jamás mueve un dedo para organizar nada.

Varias veces intenté buscar una solución. Propuse contratar a alguien que nos ayudara con la limpieza, y llegué a pagar a varias personas para que nos colaboraran, pero todas terminaban renunciando. Ella las trataba mal, las hacía sentir incómodas, y en cuestión de semanas me llamaban para decirme que no volverían. Incluso con sus propias amigas o familiares tiene conflictos, porque siempre quiere tener la razón y nunca acepta un error.

Además, es egoísta con todo. Si tenemos un poco de din3ro extra, siempre es para sus gustos personales, sin pensar en la casa o en mí. No le importa si yo llego agotado o si necesito tiempo para descansar; todo gira alrededor de lo que ella quiere o siente. He hablado con ella, le he pedido que cambiemos nuestra forma de llevar la relación, que busquemos soluciones, pero su respuesta es burlarse de mí o decir que soy un “débil” por quejarme.

Hoy estoy decidido a pedir el divorcio. No fue una decisión impulsiva, sino algo que pensé. No quiero seguir en un hogar donde me siento como un extraño, donde no hay respeto ni apoyo. Me duele decirlo, pero con ella ya no siento nada, solo cansancio y una gran necesidad de recuperar mi paz.

07/20/2025

Me mudé a otra ciudad después de graduarme para ejercer mi profesión. Comencé una vida sin mis padres, sin amigos, completamente sola. En mi primer día de trabajo me presentaron, de forma muy rápida, a alguien que me dejó en shock: era el hombre más lindo y masculino que mis ojos habían visto. Sentí que me fui de la tierra por breves segundos; dejé de escuchar el bullicio, la voz de la persona que me hablaba y hasta la propia voz de este hombre, que en algún momento, como una hermosa melodía, me volvió a traer de regreso a la realidad. Lo vi alejarse después de su saludo extremadamente cortante, mientras mi corazón latía a mil.

Con el tiempo fuimos creando una amistad, y yo pude ir controlando aquellos nervios que me desarmaban como nunca. Un día empezamos a sentir que algo iba más allá de una amistad, y el gusto entre ambos creció. Nos volvimos íntimos. Fuimos “casi algo” durante alrededor de dos años. De más está decir que no teníamos un título de pareja, pero en muchos sentidos lo éramos. En el trabajo todos pensaban que estábamos juntos.

Con el tiempo, comencé a notar señales de que él se veía con otras mujeres. Incluso, en el trabajo la gente empezó a hablar. Mientras yo visitaba a mis padres, él metía mujeres en la casa o cuando tenía turnos nocturnos. Lo descubrí porque me fue dejando pistas. Lo confronté, pero me lo negó y hasta se ofendió. Una vecina confirmó mis sospechas, y al decírselo, él volvió a ofenderse y se alejó aún más. Luego regresó a mí, pero fue claro: me dijo que no quería nada serio conmigo, que yo no era la mujer de su vida, que podíamos seguir juntos sin compromiso, pero que cuando alguno de los dos decidiera terminar, aquello acabaría. Me sentí mal, pero lo acepté por un tiempo.

Él era mi todo: mi amor, mi mejor amigo. Yo creía que, en el fondo, me amaba. Volví a confiarle la llave de la casa, y él volvió a meter otra mujer. De nuevo encontré pruebas y lo confronté, pero otra vez lo negó y se molestó. Otra vez la vecina me confirmó, sin que le preguntara, que él había llevado a una mujer a la casa. Después de una fuerte discusión, me dijo que no esperaba eso de mí, que yo era “igual al resto”, que como todas lo estaba dejando solo. También dijo que yo siempre había sido su apoyo, más que su amiga, que nunca podría explicar lo importante que yo era, que siempre me respetaría y admiraría, que aunque yo lo ignorara, él seguiría escribiéndome.

¿Cómo puede ser que ese hombre no entienda que yo no le negué mi espacio personal, que le permití acceso a mis cosas como si fueran suyas, como si confiara en él con mi vida, y aun así traicionó mi confianza por segunda vez? Ya no me queda nada. Él es, y será, el amor de mi vida, pero lo extraño un montón. Ahora somos extraños. Le dije que hiciera de cuenta que nunca me conoció y que nunca pasó nada. Y, para mi sorpresa, eso mismo expresó delante de unos amigos hace unos días: dijo que entre él y yo nunca hubo nada, cuando en realidad hubo tanto. Yo sigo rota, y él seguramente está mucho mejor que yo.

Address

Plainfield, NJ

Telephone

+19087421992

Website

Alerts

Be the first to know and let us send you an email when Rosa posts news and promotions. Your email address will not be used for any other purpose, and you can unsubscribe at any time.

Share