09/09/2024
́n . La humanidad de Jesús se revela en momentos profundamente conmovedores: lloró, fue traicionado, sintió miedo, fue rechazado y herido. En estas experiencias, podemos ver que Él no solo vino a salvarnos, sino también a comprendernos. Jesús, siendo Dios, no rehuyó el sufrimiento; lo abrazó. Lloró ante la muerte de un amigo, mostrando que el dolor y la tristeza no nos alejan de Dios, sino que son parte de la vida humana.Fue traicionado por quienes más amaba, enseñándonos que, aunque nos fallen, el amor y el perdón son caminos de redención. Sintió miedo en el huerto de Getsemaní, porque incluso el Hijo de Dios conocía la angustia de enfrentar lo desconocido y doloroso. Sin embargo, su valentía no se midió por la ausencia de miedo, sino por su entrega a la voluntad del Padre.Jesús fue rechazado y herido, no solo físicamente, sino en lo más profundo de su ser. Sin embargo, en medio del rechazo, Él abrazó a la humanidad con amor incondicional, demostrando que el dolor y las heridas no tienen la última palabra.Jesús nos enseña que en nuestras lágrimas, traiciones, miedos, rechazos y heridas, nunca estamos solos. Él camina con nosotros, transformando el sufrimiento en esperanza y resurrección.