11/08/2025
🌿 La Parábola del Jardín Bajo la Tormenta
Había una vez un hombre que tenía un pequeño jardín. Era su tesoro más preciado, y cada mañana salía a regar las flores, hablarles y cuidar cada hoja como si fuera una parte de su alma.
Pero un día, el cielo se oscureció.
El viento rugió con furia, y una tormenta tan grande cayó sobre el jardín que lo destruyó casi por completo.
Las flores se doblaron, los tallos se rompieron, y el hombre, al ver todo aquello, cayó de rodillas llorando:
—Señor… ¿por qué me has quitado lo que tanto amaba? ¿Por qué permites que lo que cuidé con amor desaparezca?
Pasaron los días. El jardín, ahora lleno de barro y hojas secas, parecía mu**to. El hombre dejó de salir. En su corazón había una herida profunda: sentía que Dios lo había abandonado.
Pero una madrugada, mientras el sol asomaba tímido entre las nubes, escuchó una voz suave, como un susurro en el alma:
—Hijo mío, ¿por qué lloras por lo que crees perdido, si no ves lo que está naciendo?
El hombre salió confundido… y notó algo que no había visto antes.
Entre los restos del viejo jardín, pequeños brotes verdes empezaban a surgir. Eran distintos. Más fuertes. Más profundos.
Y comprendió que la tormenta no había venido a destruir su jardín… sino a purificar la tierra para algo nuevo.
Entonces Dios le habló de nuevo, esta vez dentro de su corazón:
—A veces, mis vientos arrancan lo que tú crees que necesitas, para sembrar lo que verdaderamente te hará florecer. No destruyo lo tuyo; preparo lo mío en ti.
—Tú ves el barro, pero Yo veo la raíz que crece. Tú ves la pérdida, pero Yo veo el renacer.
El hombre cayó en silencio, y por primera vez en mucho tiempo, no pidió nada. Solo respiró y sintió.
Sintió que dentro de ese silencio habitaba el amor más grande que jamás había sentido: el amor de un Padre que no castiga, sino que enseña.
Un Padre que no quita, sino que transforma.
Un Padre que no está lejos, sino dentro.
Y el hombre comprendió:
La tormenta fue mi maestra.
El dolor fue mi oración.
Y el renacer… fue la respuesta.
🌤 Reflexión:
A veces, lo que llamamos “problema” es solo una parte del plan divino que no alcanzamos a comprender aún.
Cuando la vida te sacude, no te está castigando: te está reacomodando para un propósito mayor.
Dios no se ha ido de tu lado; Él está en medio del caos, esperando que dejes de mirar la destrucción para que puedas ver el crecimiento que está ocurriendo en lo invisible.
No te preguntes más “¿por qué?”, sino “¿para qué?”.
Cada dificultad es un instrumento de despertar.
Y cuando dejas de resistirte y eliges confiar, el Universo comienza a obrar milagros donde solo veías ruinas.
Permite que tu alma florezca incluso bajo la lluvia.
Porque quien confía en Dios —no desde la mente, sino desde el corazón— descubre que las tormentas no lo hunden… lo siembran.
Por La Bala