12/07/2025
Cada mañana, la niñera notaba pequeños moretones en los brazos del bebé, que se desvanecían por la tarde. Intentaba achacarlo a una torpeza, pero cuando las marcas empezaron a formarse en patrones inusuales, no pudo ignorarlo. Una noche, instaló a escondidas una pequeña cámara en la habitación del bebé, y al ver las imágenes al día siguiente, se le heló la sangre...
Samantha Reed llevaba casi seis años trabajando de niñera en Los Ángeles y lo había visto todo: niños difíciles, padres exigentes y hogares que parecían perfectos, pero no lo eran en absoluto. Cuando se entrevistó por primera vez con la familia Adams, todo parecía perfecto. Su casa en Brentwood era espaciosa, impecablemente limpia y con un ligero aroma a lavanda. Emily Adams, la madre, era una exitosa agente inmobiliaria que solía trabajar hasta altas horas de la noche, y Daniel, el padre, era ingeniero de software y trabajaba principalmente desde su oficina en el sótano. Tenían un hijo de nueve meses, Oliver, cuyos ojos brillantes y risitas suaves hicieron que Samantha se encariñara con él al instante.
Las primeras semanas transcurrieron sin contratiempos. Oliver estaba tranquilo, alegre y rara vez se ponía nervioso. Samantha se encariñó rápidamente, disfrutando de los momentos de tranquilidad cuando él se sentaba en su corralito, observando cada movimiento. Pero después de aproximadamente un mes, empezó a notar algo inusual. Cada vez que le cambiaba el pañal a Oliver, le aparecían unas tenues marcas rojas en los muslos y los brazos. Al principio, supuso que se trataba de una dermatitis del pañal o tal vez una leve irritación por la ropa. Pero las formas no coincidían con una dermatitis típica: eran circulares, casi como pequeñas huellas de manos.
Se lo comentó a Emily con delicadeza una tarde. Emily frunció el ceño, examinando a Oliver, y prometió llamar al pediatra. Samantha pensó que ahí terminaría todo. Pero la semana siguiente, aparecieron nuevas marcas en diferentes lugares. La inquietud se apoderó de su pecho. También empezó a oír pasos débiles y suaves clics de la puerta mientras Oliver dormía la siesta, incluso cuando Daniel insistía en que estaba trabajando abajo. Una mañana, tras notar un pequeño moretón cerca del hombro de Oliver, Samantha sintió que su preocupación se convertía en algo más intenso: miedo. Decidida a descubrir la verdad, compró una pequeña cámara oculta disfrazada de ambientador y la colocó en la habitación del bebé. Durante dos días, no pasó nada. Al tercer día, mientras Oliver dormía plácidamente, revisó la grabación en su teléfono. Sintió un n**o en el estómago al abrirse lentamente la puerta de la habitación. Una figura entró: alguien a quien Samantha nunca había visto.
La mujer parecía tener casi cincuenta años y llevaba un vestido floral descolorido. Se inclinó sobre la cuna de Oliver y susurró algo que el micrófono apenas captó: "Te pareces a él". Luego tocó suavemente a Oliver y, por un instante, Samantha se sintió paralizada por el miedo. ¿Quién era esa mujer y cómo había entrado en la casa? Le temblaban las manos mientras adelantaba la grabación, esperando alguna explicación, pero no la encontró.
Samantha sabía que no podía esperar. Tenía que descubrir la verdad, pero antes de que pudiera actuar, otra revelación escalofriante la aguardaba en la grabación...Historia completa en el primer comentario 👇👇👇