08/04/2025
Hay personas que ocupan un espacio inmenso en la trama de la vida. Esa fue y es Yuli. Nos conocimos por esas "causalidades" maravillosas en julio del año pasado. Ella, su creatividad, su flamante máquina perkins para escribir en braille, su forma de cantar y bailar con su sonrisa enorme. Nos hicimos amigas. Sinceramente, profundamente, amigas. Sentí una inmensa admiración y curiosidad por un Ser capaz de crear desde tantas dificultades que le tocaron en esta vida. Ayer de tarde, alegre como siempre, compartió su último relato con el Colectivo de autores. Y se fue de noche, mientras todos dormíamos... se fue volando, libre... en busca del tarro de azúcar de su cuento.. Un fragmento de lo que escribió:
Los callejones son oscuros y laberínticos, y la anciana se mueve con una familiaridad inquietante, como si conociera cada rincón. La sigo con cautela, manteniendo la distancia, pero sin perderla de vista. El ambiente se vuelve tenso, cargado de una sensación de peligro inminente.
De repente, la anciana se detiene frente a una puerta de madera vieja y desgastada. Se gira lentamente, como si supiera que la estoy siguiendo. Su mirada, antes amable, ahora es fría y calculadora.
"Sé que me estás siguiendo", dice con una voz sorprendentemente fuerte y clara. "No sé qué quieres, pero te aconsejo que te vayas".
Su tono es amenazante, y por primera vez siento un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Quién es realmente esta mujer? ¿Y qué tiene que ver con Nephis y el robo del azúcar?
Antes de que pueda responder, la anciana abre la puerta y desaparece en la oscuridad del edificio. La puerta se cierra de golpe, dejando un eco siniestro en el callejón.
Dudo por un momento, pero la curiosidad y la determinación me impulsan a seguir adelante. No puedo dejar que esto termine así. Tengo que descubrir la verdad, aunque eso signifique adentrarme en un marde secretos y peligros.
Empujo la puerta y entro en el edificio. El interior es oscuro y polvoriento, con un olor a humedad y encierro. Apenas puedo ver, pero escucho un murmullo distante que proviene del fondo del pasillo.
Avanzo con cautela, guiándome por el sonido. El pasillo se estrecha y se retuerce, como si estuviera entrando en las entrañas de un monstruo. El murmullo se hace más fuerte, y de repente, la luz de una vela ilumina una puerta entreabierta.
Me acerco lentamente y miro a través de la rendija. Lo que veo me deja sin aliento.
La anciana está sentada en una mesa, rodeada de frascos de azúcar de diferentes tamaños y formas. En el centro de la mesa, un frasco grande y vacío, igualito al que me robaron.
Y junto a ella, sentada en una silla, está Nephis.
Yuliana Peralta
Tu luz siempre estará viva alumbrando nuestros corazones amada Yuli. GRACIAS GRACIAS GRACIAS!!