
30/08/2025
En liderazgo, no todo se resuelve con habilidades técnicas.
Muchas veces, el verdadero problema está en la actitud y en la falta de autonomía de ciertos colaboradores.
Ese perfil “casi bueno” que parece prometedor, pero que requiere recordatorios, empujones y supervisión constante, no solo desgasta… también frena el crecimiento.
Este tipo de dependencia —operativa y emocional— genera un costo invisible: consume tu energía, tu foco y tu tiempo. Y lo más grave es que distorsiona la cultura, porque el equipo termina normalizando que lo mínimo es suficiente.
Para romper ese ciclo, hay que formar personas capaces de avanzar solas, con claridad en sus responsabilidades y con la confianza para tomar decisiones.
Esto no solo libera al líder para liderar, sino que potencia a todo el equipo, evitando que los de alto rendimiento carguen con quienes solo ocupan espacio.
Si querés construir un equipo autónomo, empieza por identificar las señales de dependencia y establece procesos que fomenten la responsabilidad individual.
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