
30/07/2025
ESTAFAS, FENÓMENO QUE HA CRECIDO UN 2.000 % EN LA ÙLTIMA DÉCADA - SÓLO SE IMPUTA EL 1,5 % DE LOS IMPUTADOS - MAYORMENTE SON MUJERES LAS INDAGADAS
Entre 2013 y 2024, las denuncias por estafa registradas en Uruguay crecieron de forma sostenida y acelerada. Mientras que en 2013 se contabilizaban 38,7 denuncias por cada 100.000 habitantes, en 2024 la tasa ascendió a 870,5, lo que implica un incremento superior al 2.000%.
El fenómeno de las estafas muestra una distribución generalizada en todo el país, con incrementos de denuncias en todos los departamentos durante los últimos 5 años (2019 2024). Sin embargo, el crecimiento no fue homogéneo. Departamentos como Rivera, Maldonado, Salto y Canelones se destacan por el mayor crecimiento relativo de sus tasas. En paralelo, otros como Durazno, Montevideo, Rocha, Maldonado, Paysandú y Rio Negro mostraron tasas persistentemente altas durante casi todo el período. Particularmente, Rocha presenta el perfil más crítico, con la tasa más elevada del país en todos los años analizados.
Las personas adultas de entre 26 y 55 años concentran las tasas más altas de victimización por estafa, tanto a nivel nacional como departamental. En 2024, los grupos de 26 a 35 años, de 36 a 45 años y de 46 a 55 años superaron las 1.000 víctimas cada 100.000 habitantes, consolidándose como los más afectados. A su vez, entre 2019 y 2024, el promedio de edad de las víctimas en Montevideo es sistemáticamente superior al del interior del país, alcanzando entre 45 y 48 años, frente a promedios de entre 41 y 45 en el resto del país.
Al desagregar por s**o, las mujeres presentan consistentemente tasas de victimización más altas que los hombres, lo que podría estar asociado, entre otras cuestiones, a diferencias en los canales de contacto, los patrones de consumo o la disposición a denunciar.
Con relación al número de personas afectadas por evento, se observa una clara tendencia a la victimización individual. En 2024, el 96% de los eventos con al menos una víctima identificada involucraron a una sola persona. Esta distribución se mantuvo estable entre 2020 y 2024, reflejando la predominancia de eventos con una única persona afectada. No obstante, también se registraron episodios puntuales de gran escala, como un hecho con 329 víctimas en 2022 y otro con 236 en 2023. Esta combinación de estafas individuales y fraudes masivos evidencia la diversidad de modalidades delictivas, desde engaños personalizados hasta esquemas extendidos por canales digitales o esquemas organizados. Esta variabilidad demanda enfoques diferenciados para la prevención y la atención a las víctimas. Una limitación importante del registro es que en aproximadamente 1 de cada 5 casos no se identifica una persona física como víctima, situación que se presenta con mayor frecuencia en estafas dirigidas a instituciones, empresas o al Estado. En estos casos, al no existir variables estructuradas que permitan caracterizar este tipo de víctimas, se restringe la posibilidad de construir perfiles o analizar modalidades específicas de victimización.
Respuesta penal La relación entre denuncias de estafa e imputaciones penales muestra una brecha persistente y creciente, a medida que aumentan las denuncias. En 2024, se registraron apenas 1,5 imputaciones a personas por cada 100 denuncias, lo que sugiere una respuesta penal limitada frente al crecimiento del fenómeno. El bajo nivel puede explicarse por la complejidad investigativa del delito, la dispersión de víctimas, la posible dimensión transnacional de los casos y la sobrecarga del sistema fiscal, que no ha crecido al ritmo de las denuncias.
En cuanto al perfil de las personas imputadas, el 35,7% fueron mujeres, un porcentaje significativamente más alto que aquel del promedio general delictivo (11%) y de delitos violentos, como la rapiña (5%). Esta característica es consistente con estudios internacionales que destacan una mayor presencia de mujeres en delitos vinculados a la estafa, el fraude, la apropiación indebida y otras formas de criminalidad económica o relacional (Ruhland y Selzer, 2020). Asimismo, los imputados por estafa tienen una edad promedio de entre 31 y 33 años, lo que contrasta con el promedio de edad de las víctimas, especialmente en Montevideo, donde éstas superan los 45 años.
¿Que es el delito de estafa?
El delito de estafa, tipificado en el artículo 347 del Código Penal uruguayo, comprende aquellas situaciones en que una persona obtiene un provecho ilegítimo mediante el engaño o el abuso de confianza, causando un perjuicio patrimonial a otra. A diferencia de otros delitos contra la propiedad, la estafa no requiere violencia ni amenaza, sino la utilización de maniobras engañosas o fraudulentas.
Una de las particularidades del fenómeno es la diversidad de sus modalidades. Las estafas pueden ocurrir mediante interacciones presenciales (como fraudes comerciales), eventos ciberfacilitados (por ejemplo, engaños por llamadas o mensajería digital), o ser directamente ciberdependientes, como aquellas perpetradas a través de plataformas de compraventa, redes sociales o sitios web falsos.
Actualmente, las estafas se consideran delitos predatorios, cometidos en su mayoría desde el anonimato y con carácter transnacional, con una participación creciente del crimen organizado (UNODC, 2024). A nivel global, los tipos más comunes incluyen las estafas de inversión, las de pago por anticipado, las estafas sentimentales en línea y los fraudes por correo electrónico dirigidos a empresas mediante suplantación de identidad, conocidas como estafas BEC (INTERPOL, 2024).
Fuente. Ministerio del Interior. 2025. Estafas en Uruguay: evolución, características y desafíos actuales. AECA, IT/2025/01.
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