18/07/2025
¿La Iglesia Católica Romana hizo el canon del Nuevo Testamento?
Cuando un católico romano afirme con seguridad: “Nosotros hicimos el canon del Nuevo Testamento”, es fundamental responder con hechos documentados y contexto histórico. La primera vez que se presenta una lista completa y exacta de los veintisiete libros del Nuevo Testamento, tal como los conocemos hoy, no fue en Roma ni proclamada por un papa, sino por Atanasio, obispo de Alejandría, en su Carta Festal del año 367 d.C.. Atanasio no era romano ni estaba bajo la autoridad del obispo de Roma; era un obispo del Oriente cristiano. Esto demuestra que la claridad sobre el canon surgió primero en Oriente, no en la sede romana.
Posteriormente, los concilios regionales de Hipona (393) y Cartago (397 y 419), celebrados en el norte de África, ratificaron esa misma lista de veintisiete libros. Estos concilios no fueron romanos —no fueron convocados ni presididos por el papa—, ni fueron concilios ecuménicos que representaran a toda la cristiandad. Eran reuniones locales de obispos africanos, entre ellos Agustín de Hipona, quienes actuaban con autonomía teológica y eclesiástica, aunque en comunión doctrinal con la Iglesia latina.
No es sino hasta el año 405, donde el papa Inocencio I envió una carta al obispo Exsuperio de Toulouse, en la que enumeró una lista de libros del Antiguo y del Nuevo Testamento que coincide con la de los concilios africanos. Esto muestra que Roma, en ese momento, adoptó el mismo canon, aunque lo hizo después, no como origen ni autoridad inicial.
Además, es importante destacar que la Iglesia Católica Romana no definió su canon como "infalible" sino hasta el Concilio de Trento, en 1546, en respuesta directa a la Reforma protestante. Para ese momento, el canon del Nuevo Testamento con sus veintisiete libros ya había sido reconocido y usado ampliamente durante más de mil años, tanto por iglesias orientales como occidentales.
En resumen, afirmar que Roma "creó" o "estableció" el canon del Nuevo Testamento es una afirmación históricamente inexacta y teológicamente superficial. La formación del canon fue un proceso gradual y descentralizado, fruto del consenso espiritual y doctrinal de diversas comunidades cristianas en todo el mundo antiguo, bajo la guía del Espíritu Santo. Roma, en lugar de originarlo, se unió posteriormente al reconocimiento general de esos escritos como inspirados.
Por eso, cuando se repite esta afirmación con tono triunfalista, es necesario recordar que la ignorancia es atrevida. El canon del Nuevo Testamento no fue una invención papal, sino una herencia común de toda la Iglesia de Cristo, construida sobre el testimonio apostólico, la fidelidad doctrinal y la iluminación divina a lo largo de los siglos.
Eder Marín - Bendiciones en el Señor.