24/11/2025
Imagínate que estás parado en la orilla de un océano. Ese océano es el amor de Dios: es inmenso, profundo e ilimitado. No importa lo lejos que nades o lo que hagas en el agua, el océano sigue ahí, sosteniéndote.
Este amor es un amor que se adelantó a tu necesidad. Te amó primero, no porque fueras perfecto, sino porque Él es amor.
Su amor es un refugio constante y una fuente de paz, recordándote que, a pesar de tus errores o de las tormentas de la vida, siempre hay un lugar donde eres incondicionalmente valorado y aceptado.