
25/09/2025
El orgullo de una novia millonaria. En una lujosa mansión adornada con luces brillantes y música de cuerdas, se celebraba la cena de compromiso de Valeria, una joven millonaria acostumbrada a que todo girara a su alrededor. Su prometido Andrés era un hombre sencillo, noble, trabajador, que aunque había logrado un buen puesto en la empresa familiar de ella, nunca olvidaba sus raíces humildes.
Aquella noche, Andrés había invitado a sus padres, don Ernesto y doña Clara, vestidos con su ropa más presentable, aunque modesta, llegaron con los nervios a flor de piel. Sabían que el mundo de lujo de Valeria no era el suyo, pero se sentían orgullosos de ver a su hijo a punto de casarse. Cuando entraron al salón, Valeria los observó de pies a cabeza con desdén, aunque sonrió para las fotos y las miradas.
En cuanto tuvo la oportunidad de acercarse a Andrés, susurró con fastidio.
- "Amor, ¿de verdad tenías que traer los vestidos así? Mira alrededor. Todos son empresarios, gente importante. Y tus padres parecen sirvientes." Andrés incómodo. Intentó disimular.
- "Valeria. Son mis padres. Merecen respeto." Pero Valeria no entendía de respeto cuando se trataba de apariencias.
en la mesa principal delante de todos, comentó en voz alta,
- "Queridos, espero que disfruten. La comida es mucho más elegante de lo que están acostumbrados en su pequeño barrio. Un silencio incómodo se apoderó del lugar. Doña Clara bajó la mirada conteniendo las lágrimas. Don Ernesto apretó fuerte la mano de su esposa intentando darle fuerzas.
Andrés, al escuchar esas palabras, sintió un fuego recorrerle el pecho. Intentó calmar la situación, pero Valeria no se detenía. Continuó,
- "Andrés, ¿te imaginas cuando nos casemos y mis amistades vengan a casa? No quiero que tus padres pasen vergüenza, aunque claro, tal vez podríamos ayudarlos a mejorar su apariencia."
El murmullo de los invitados se convirtió en cuchicheos. Algunos empresarios miraban con incomodidad, otros con desaprobación. Andrés se levantó de golpe, interrumpiendo a Valeria. Basta, ya fue suficiente. Todos se quedaron en silencio absoluto. Andrés, con la voz quebrada pero firme, dijo,
- "Si crees que el dinero te da derecho a humillar a quienes me dieron la vida, estás equivocada........
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