08/09/2025
Margarito Zuazo, la historia de uno de los héroes desconocidos.
Batalla de Molino del Rey, 8 de septiembre de 1847. Margarito Zuazo fue miembro del Batallón Mina y murió al defender la bandera mexicana que había enredado a su cuerpo, durante la batalla de Molino del Rey.
A finales de agosto de 1847, las tropas estadounidenses se encontraban próximas a tomar la Ciudad de México. El ejército invasor había ocupado la ciudad de Puebla sin disparar un solo tiro y había resultado victorioso en las batallas de Padierna y Churubusco. Las hostilidades habían sido suspendidas con la esperanza de lograr un armisticio. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, la mañana del 8 de septiembre de 1847, el general Scott ordenó que se reanudaran las hostilidades; el objetivo: uno de los lugares estratégicos para llegar al Castillo de Chapultepec, el Molino del Rey.
La batalla de Molino del Rey fue una de las más encarnizadas de la guerra con Estados Unidos. Durante las varias horas que duró el combate, las tropas mexicanas lograron rechazar una y otra vez a los invasores. En el último momento, cuando era necesario que cargaran las tropas de reserva de Santa Anna y la caballería del general Juan Álvarez para consumar la victoria, este último no quiso que otros se llevaran la gloria y se mantuvo con sus hombres observando el combate desde la Hacienda de los Morales. Cuando los estadounidenses se reagruparon y cargaron nuevamente, la posibilidad de la victoria mexicana se había esfumado.
Miembro del Batallón Mina, el capitán Margarito Zuazo fue de los últimos oficiales en sucumbir ante el furioso embate del enemigo. Sus jefes, el general Antonio de León y el coronel Lucas Balderas, habían caído luego de batirse como fieras. El capitán Zuazo correría la misma suerte. “Era un mocetón arrucado y listo –escribió Guillermo Prieto–; a la hora de los pujidos, él estaba en primera; él era muy hombre; le hirieron de muerte, y a chorros le corría la sangre… viéndose perdido, coge la bandera del Batallón Mina matando a los que se echaban sobre ella… la dobla y la acurruca en su seno…”. Con el pabellón en su poder, continuó luchando y, tras sortear las balas de fusilería, la metralla de los cañones y las afiladas bayonetas, logró llegar al edificio principal de Molino del Rey. “Allí se quitó la chaqueta y la camisa –continúa G. Prieto– y se enredó contra su cuerpo la bandera”. La amenazante cercanía de los estadounidenses no lo amedrentó; cuando la batalla tocó la última llamada, el capitán regresó al combate. Las bayonetas invasoras no tuvieron misericordia de su cuerpo. Atravesado una y otra vez, Zuazo logró retirarse moribundo, buscando salvaguardar la bandera que, bajo su uniforme manchado de guerra y sangre, encontraba el calor de la patria en el cuerpo de uno de sus hijos que, por ella, entregaba la vida. Hasta la muerte debió reconocer su valor. Del “héroe desconocido”, el Castillo de Chapultepec guarda la preciada reliquia. Los verdaderos héroes no se encuentran en la historia oficial.
El saldo de esta batalla fue de aproximadamente 800 bajas nacionales, entre ellas el general Antonio León y el coronel Lucas Balderas, mientras que el enemigo sufrió poco más de 700 bajas. A pesar de la derrota sufrida en el Molino del Rey, este hecho de armas es recordado debido a la valentía, arrojo y patriotismo que mostraron los soldados mexicanos al defender a su nación y la soberanía nacional.
Fuente:
Prieto, G. (1875). Mi guerra del ’47 [Crónica publicada en Charlas domingueras]. En Universidad Nacional Autónoma de México (Ed.), Mi guerra del 47 (pp. XX). México: UNAM.
Si quieren saber más, les recomiendo el libro:
APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA GUERRA ENTRE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS