12/09/2025
Una mujer perdona una vez, perdona otra… y vuelve a perdonar. No porque le falte amor propio, ni porque ignore su valor, sino porque cuando decidió quedarse contigo lo hizo con la convicción de construir un “nosotros” real.
No es ingenua, nunca estuvo ciega. Ella lo vio todo, lo sintió todo. Solo que su cariño era tan transparente que prefirió cargar con el dolor antes que soltar el sueño que había imaginado a tu lado.
Se entregó al “para siempre” con el corazón abierto. Apostó, confió, se esforzó… y cada perdón fue arrancando un pedacito de sus ilusiones: un proyecto menos, una esperanza menos, una sonrisa menos.
Hasta que llega el momento en que ya no queda nada que dar.
Ese día en que se agota la paciencia, se apaga el amor y se rompe la fuerza.
Y lo único que permanece es el silencio de una mujer que lo entregó todo… pero que nunca recibió ni la mitad.